1917 es un peliculón, sin adornos ni rodeos.
Antes de empezar a desgranar por qué nos parece tan buena -y esto no debería considerarse spoiler– tenemos que avisarte: si has visto el tráiler de 1917, ya sabes muchas demasiadas cosas sobre el argumento de la película. La parte buena es que en este caso no se cumple aquello de que el tráiler es mejor que la película.
A partir de aquí, sí debería considerarse spoiler:
La historia
Desde el primer minuto, conocemos a los protagonistas y la peripecia que les espera: dos amigos reciben la orden de llevar un mensaje al frente.
A partir de una premisa tan simple, se desencadena una serie de acontecimientos que no paran de sucederse durante las dos horas que dura la cinta. Junto con los protagonistas, nos adentramos en un universo de incertidumbre donde lo único cierto es que la muerte y la destrucción lo han cubierto todo.
Además, del éxito de su misión dependen las vidas de muchos de sus compañeros, doble ración de ansiedad.
Pero, por encima de la historia de guerra y aventuras, surge otra misión aún más importante. Y es otra de las cosas que hacen a esta película grandiosa.
La amistad
En la representación de los valores universales es donde 1917 traspasa el umbral de las historias cotidianas para colocarse en el olimpo de las tragedias clásicas.
Los protagonistas luchan continuamente por no traicionarse a así mismos, lo cual no resulta nada fácil dado el contexto en el que se desarrollan los hechos. El valor, la locura, el honor, los deseos de venganza, el odio, la compasión…
Lo absurdo de la guerra y sus múltiples facetas se nos presentan como un hecho incomprensible pero igualmente incuestionable a través de los ojos de dos jóvenes que se ven obligados a dejar a sus familias y adentrarse en el barro.
La planificación
En 1917 resulta maravilloso ver cómo el director manipula el universo para acomodarlo a su historia. Los escenarios son tan ricos en detalles que a veces resultan abrumadores. La producción es excelente y está tan bien ambientada que al espectador solo le falta oler esas trincheras. Y mejor que no sea así.
Por otro lado, si has visto algún making of o has leído algo de cómo se ha realizado, habrás escuchado aquello de que toda la cinta es un plano secuencia. Esto no es del todo cierto, y no solo porque hay -y son evidentes- los cortes entre secuencias. También porque hay elipsis de tiempo y son parte de la historia. Se ha criticado mucho al director Sam Mendes por elegir este tipo de realización que, dejando a un lado la evidente dificultad técnica que conlleva, sirve con creces al propósito de la película.
Dejando aparte estas cuestiones, la película está planificada al milímetro. La cámara vuela como una mosca y nos regala imágenes impactantes, encuadres perfectos y detalles nunca vistos en una pantalla de cine.
El tiempo
En 1917 el tiempo es un elemento vital en la historia. Se trata de una carrera contrarreloj y por eso el paso del tiempo genera una presión terrible, no solo en los personajes sino también en el espectador.
El tiempo cinematográfico está manipulado de tal forma que nos da la sensación de que todo transcurre en tiempo real. Sería imposible que todo lo que ocurre en estas dos horas de metraje tuviera lugar en la vida real, pero resulta creíble.
Esta la magia del cine en su máxima expresión.
El sonido
Las películas como 1917 hay que verlas en el cine. Y no es solo porque el tamaño de la pantalla nos permita apreciar detalles que sería imposible ver ni en una televisión de 100 pulgadas.
El sonido es la mitad de la experiencia cinematográfica y no debemos olvidar que estamos ante una película bélica. Los disparos, los cañones, los motores de avión, hasta las voces de los figurantes con sus distintos acentos (por favor, hay que verla en V.O.), merecen ser sentidos en el pecho.
Por otro lado, la música acompaña la historia con maestría hasta alcanzar el clímax en algunos momentos realmente épicos. Como un elemento más, sin pretender ser protagonista. Nada más y nada menos.
La fotografía
Mención aparte merece la fotografía a cargo de Roger Deakins, uno de los mejores directores de fotografía en activo, responsable de cintas tan espectaculares como Blade Runner 2049, El Gran Lebowski, Fargo o Cadena Perpetua.
La maestría alcanzada en su oficio resulta apabullante, no solo en todo tipo de encuadres y enfoques, desde los planos detalles a los inmensos planos generales. También en el tratamiento de la luz, especialmente en la escena nocturna de las bengalas.
Conclusión
Evidentemente, 1917 también bebe de otras fuentes. Es especialmente evidente la semejanza de las secuencias del pueblo -tanto la nocturna como la del francotirador de la casa- con La Chaqueta Metálica (1987, Stanley Kubrick).
Sin embargo, consideramos que 1917 es tan buena que debería estar en la lista de las 10 películas bélicas de culto (el problema es cuál eliminar de la lista), pero sólo el tiempo determinará si merece este lugar.
De momento, nos quedamos con las sensaciones que nos ha hecho vivir en la sala de cine: dos horas pegado a la butaca, un nudo en el estómago, el vello de punta, una lagrimilla que cae por la mejilla…
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