La década de los noventa trajo grandes avances al mundo del cine. Más allá de las innovaciones tecnológicas, surgió con más fuerza el cine independiente y también un tipo de cine que, sin estar escaso de presupuesto ni medios, se acercaba más a un público que lo consumía en plataformas domésticas más que en salas comerciales.
Uno de los títulos que se aprovechó de esta última tendencia fue Amor a quemarropa. Dirigida por Tony Scott, un director bastante comercial, y escrita por un entonces prácticamente desconocido Quentin Tarantino, esta película es una muestra ejemplar de los cambios que se iban a avecinar en los años siguientes.
Amor a quemarropa, cuyo título original es True Romance, es una historia de amor en la que cabe acción, violencia, personajes nada típicos hasta entonces y unos diálogos muy particulares, que son una de sus mejores características, a la vez que seña de identidad de Tarantino.
Pero a pesar de lo atractivo de su propuesta, y de contar con un reparto lleno de nombres muy conocidos, el público no entendió la película, y su paso por taquilla registró pérdidas con respecto al presupuesto de producción. O sea, un fracaso para lo previsto. La crítica especializada, en cambio, alabó el atrevimiento y la originalidad del film, y un segundo público más interesado por el cine artístico y las nuevas corrientes la encumbraron como título de culto en los años siguientes.
Muchos acusaron del fracaso inicial a Tony Scott, a quien se le reclamó no haber sacado todo el jugo a un guión tan brillante y a unos actores con gran tirón comercial. Pero hoy en día, después de la muerte del director, éste tal vez sea uno de sus títulos más reivindicados, sobre todo por el mérito de apostar por alguien tan arriesgado como Tarantino.
Los protagonistas indiscutibles de la historia son Christian Slater y Patricia Arquette, una pareja que se enamora loca y rápidamente, y se ve envuelta en una trama de drogas y matones que va creciendo hasta puntos insospechadamente violentos.
Pero también pasan por la pantalla gente como Dennis Hopper, que encarna al padre de Slater, Gary Oldman, James Gandolfini, Brad Pitt, Christopher Walken, Samuel L. Jackson… podríamos seguir, pero estos nombres ya son suficientes para demostrar la altura del cartel.
En conclusión, Amor a quemarropa es ya una película de culto, más que adecuada para todos los fans de Tarantino, del cine de Tony Scott y, cómo no, para los fans de Elvis que, aunque no lo parezca, tiene más importancia de la que se cree en la película.
2 comentarios
Una de mis peliculas preferidas y como apunte gracioso el protagonista es un verdadero freak; mucho tiempo antes de que el mundo supiera lo que es ser «freak»
Una de esas peliculas que pasa desapercibida y cuando la encuentras te encanta, lastima que tuviese tan poco publidad, un grna trabajo de tarantino.