Hay muchos profesionales en esto del cine que no reciben un reconocimiento apropiado en vida y, en cambio, se convierten en personajes de culto tras su muerte. No es cuestión de listar aquí esos ejemplos de méritos desagradecidos, pero, tras el triste deceso de Harold Ramis, vamos a realizar un pequeño homenaje a su figura y a la que, sin duda, ha sido su mejor película en la labor de director: Atrapado en el tiempo.
Aunque su carrera en los medios audiovisuales dio sus primeros frutos interpretando a varios personajes en la televisión, con la setentera Second City, pronto dio el salto a la gran pantalla, dirigiendo al entonces omnipresente Chevy Chase en El club de los chalados y en Las vacaciones de una chiflada familia americana, a principios de los ochenta. Entre ambas, también actuó en la mítica El pelotón chiflado, junto a su compañero y amigo Bill Murray, y un verdadero pelotón de clásicos de la comedia americana en aquellos años, como John Candy o John Larroquette.
Más tade, en 1984, se convirtió, junto a Bill Murray y Dan Aykroyd, en uno de Los cazafantasmas, título que, sin duda, ha sido de los más exitosos y recordados de la década de los ochenta. Y tal vez sea esto por lo que más se le recuerda hoy en día. Pero no del todo justamente. En 1993, Ramis escribió y dirigió una de las mejores películas de la década que, a pesar de obtener algún premio importante y estar bien considerada por la crítica, aún sigue teniendo para muchos la etiqueta de infravalorada: Atrapado en el tiempo (Groundhog day).
Protagonizada por Bill Murray, quién si no, nos cuenta la historia de un meteorólogo que acude a un pequeño pueblo llamado Punxsutawney para retransmitir el tradicional Día de la marmota, en el cual se supone que este pequeño animal ha de predecir cuándo va a terminar el invierno. Lo que no sabe el pobre periodista es que, al llegar la mañana siguiente, volverá a revivir el mismo Día de la marmota, y que esto no cesará hasta que muchas de sus frustraciones y anhelos se vean alterados o conseguidos. El guión es tan redondo, tan divertido y tan original que no deja a nadie insatisfecho.
Es de esas películas que se recuerdan con un gran cariño y que nunca molesta volver a verlas. En eso ayuda también la gran interpretación de Murray, cuya vis cómica se adapta perfectamente al papel que ejecuta. Volviendo a la figura de Ramis, como director también realizó la graciosa Mis dobles, mi mujer y yo, y la más famosa Una terapia peligrosa, junto a su secuela Otra terapia peligrosa, protagonizadas ambas por Robert de Niro.
Y entrañable fue también ese breve papel en la oscarizada Mejor… imposible, como el doctor bonachón. Sin duda, ese rostro de sonrisa y alegría es el que siempre nos quedará en la retina. Un cineasta que se centró en lo que mejor sabía: hacer reír a los demás.