Cadena perpetua (The Shawshank Redemption) es una película dirigida por Frank Darabont en 1994, y protagonizada por Tim Robbins y Morgan Freeman. Pero, sobre todo, Cadena perpetua es una de las mejores películas de la historia reciente del cine y, probablemente, de toda su historia en general.
La historia que cuenta es buena, lo cual es lógico, ya que sin una base sólida, no se puede construir una obra maestra. De hecho, aunque no sea uno de los datos más conocidos, sobre todo porque no encaja con los argumentos más habituales de su creador, está basada en una novela corta de Stephen King titulada Rita Hayworth y la redención de Shawshank. Sí, el mismo Stephen King que también dio origen a famosísimas películas como Carrie, El resplandor o Cuenta conmigo, por nombrar sólo tres de tantas y tantas cintas adaptadas de sus novelas más vendidas.
En este caso, se nos traslada a los años cuarenta, y a la cárcel de Shawshank, donde Andy Dufresne, un brillante ejecutivo bancario, tiene que cumplir cadena perpetua acusado de matar a su mujer y al amante de ésta. No parece el lugar idóneo para que un tipo de clase acomodada y buenos estudios pueda sobrevivir, pero su mente privilegiada, su instinto y su buena relación con otros presos, sobre todo con Red (Morgan Freeman), le hacen más llevaderos todos esos años en prisión.
No voy a contar más de la película, aunque me haya quedado bien corto en su explicación, porque hay que verla. Y es que una de las mejores virtudes que tiene es la inigualable manera de narrarnos la historia de Andy y sus andanzas dentro de la cárcel. No es un metraje corto, ya que casi llega a las dos horas y media, pero se pasa en un suspiro, y nosotros deseando a la vez que no se acabe y que nos cuenten qué es lo que pasa a continuación.
Los personajes están tan bien construidos, sin complicaciones, de manera sencilla, a las claras, sin dar rodeos. Sobre todo en los más secundarios, que son unos cuantos y no hay tiempo para profundizar en cada uno, pero que rápidamente conseguimos identificar e incluso encasillar en el lugar acertado. Porque no hay trampas en el guión. Todo está bien claro, y ni siquiera nos preocupamos de darle más vueltas, ya que la película en sí misma es la encargada de llevarnos de la mano a un mundo de entretenimiento y diversión, de admiración por el héroe y de rabia por el antagonista, y de agradecimiento cuando termina por habernos acompañado a un mundo tan interesante para el espectador que, como muchas películas de este estilo, es tan real que podría serlo de verdad.
El éxito de Cadena perpetua
Las críticas fueron buenas, y la acogida en taquilla también. Incluso estuvo nominada a siete premios de la Academia, pero 1994 fue un año en el que también aparecieron Forrest Gump y Pulp Fiction, las cuales acapararon todas las estatuillas. Pero la justicia cinematográfica suele premiar a las grandes obras a medio plazo y, sin menospreciar la particular grandeza de cada una de esas otras dos películas, mucha gente ha colocado a Cadena perpetua en un lugar aún más privilegiado.
No suele pasar con casi ninguna película, y con ésta sí sucede: no conozco a nadie que la haya visto y no le haya gustado. Con esto, seguramente me arriesgue a que aparezcan las excepciones, o los que llevan la contraria. Pero sí, hay que decirlo bien claro: Cadena perpetua es una película que gusta, que gusta mucho, y que gusta a todos los tipos de cinéfilos. En definitiva, una recomendación que nunca falla.
Una extraordinaria película sin duda. Al pluma de King es fantástica y da muestras de lo versátil que puede llegar a ser. Mientras que Morgan Freeman simplemente hace lo que mejor sabe hacer: dar equilibrio a las historias con sus personajes. Gracias por recordarme esta perla del mar del cine. 🙂
Muchas gracias, Carlos!