Si hay una película que suela aunar opiniones en torno a ella, esa es Cinema Paradiso (Giuseppe Tornatore, 1988). Más de tres décadas después de su estreno, la mayoría de los que la han visto a una edad lo suficientemente madura la recuerda con cariño y no pocos reviven las lágrimas que brotaron de sus ojos en su parte final.
Así que, a continuación, voy a tratar de explicar por qué Cinema Paradiso es una película que ha motivado tantos elogios. Sobre todo, para aquellos que no la han visto todavía o para los que no consiguieron conectar con ella. Pero también con la intención de que todos los que la vieron y la disfrutaron sepan cuáles fueron esas técnicas tan eficaces que Giuseppe Tornatore articuló para culminar una película que ya se encuentra en el top italiano de todos los tiempos. Y esto son palabras mayores.
¿Qué nos cuenta Cinema Paradiso?
Salvatore (Salvatore Cascio, Marco Leonardi y Jacques Perrin) es un director de cine de origen siciliano, pero lleva muchos años sin volver al pueblo donde se crio y donde creció y aprendió a amar el cine. Un día, recibe la noticia del fallecimiento de Alfredo (Philippe Noiret), un viejo amigo que regentaba un cine, y con el que había pasado grandes momentos.
Así, Salvatore comienza a recordar momentos de su infancia y juventud, de sus primeros pinitos con el cine y de sus primeros amores, todo con la nostalgia de lo que fue una infancia feliz en una época triste para un país empobrecido tras la guerra. Y también le sirve para recordar todas las lecciones y consejos que Alfredo le había mostrado a través de las películas que iban proyectando en el Cinema Paradiso.
El reparto de Cinema Paradiso
No todos los actores ni todos los personajes lo consiguen. Pero, en Cinema Paradiso, sucede. Pensar en la película es hacerlo directamente en dos rostros inseparables, que hacen realidad la primera parte de la película. El de Salvatore Cascio, que hace del Totò niño, y el de Philippe Noiret, que encarna a un Alfredo tan entrañable que todos habríamos querido tener un amigo o maestro así en nuestra infancia.
No puedo dejar de pensar que el acierto con este joven actor fue, sobre todo, por su rostro y su mirada inocente, a la par que llena de vida, de curiosidad, de alegría. Y eso, tan puro, transmite sentimientos tan intensos que fue capaz de mirarle a la cara a un actor de primera como era Noiret, no solo talentoso, sino experimentado en decenas de películas y muchos otros trabajos como intérprete.
Además, tanto Marco Leonardi como, de un modo más discreto, Jacques Perrin, continúan con esa complicidad del personaje con la audiencia y, también, con un Alfredo más anciano y debilitado. Pero no son los únicos. Y ahí también radica otra parte del éxito de Cinema Paradiso, en conseguir un reparto muy amplio en el que muchos personajes agradan con sus pequeños pero carismáticos detalles.
¿Por qué conecta tan bien Cinema Paradiso con el espectador?
Tornatore hizo un trabajo muy hábil a la hora de contarnos esta bonita historia. Es cierto que, prácticamente desde el primer minuto, busca conectar con los espectadores a través de las emociones y de artificios que se podrían considerar sensibleros. Pero no lo oculta. No nos hace trampas, sino que nos muestra desde el principio que su intención es la de relatarnos una bellísima ficción utilizando detalles que son tan reales como propios para la gran mayoría.
Mucha gente dice que Cinema Paradiso es una película sobre cine. Y, en parte, es así. Pero, además, Cinema Paradiso es una película sobre la sala de cine, con todo lo que eso conlleva y, sobre todo, conllevaba para una generación que nació y creció en un entorno más provinciano y humilde, típico de la posguerra a mediados del siglo XX.
En otras palabras, el Cinema Paradiso era, en Giancaldo, el lugar de encuentro, el lugar de divertimento, de igualdad y de evasión. Era el sitio al que la gente acudía para vivir vidas que no eran las suyas y para sentir emociones que alegraban el alma o salaban la mirada. Era mucho más que la plaza del pueblo donde la gente debatía, mucho más que el bar donde se comentaban los partidos de fútbol. Era el sitio en el que el rico del pueblo se sentaba al lado del más humilde y se disponía, al igual que los demás, a una catarata de imágenes y sonidos como nunca jamás habían imaginado.
Y aunque ya no existan esos cines de pueblo, y la vida alejada de las grandes urbes tampoco se parezca tanto a la que vivieron nuestros padres y abuelos, todos somos capaces de imaginarnos cómo se sentían aquellas personas y sentir algo parecido en nuestro propio interior.
Pero también somos capaces de conectar porque, desde ese primer instante, la película invita a mirar hacia atrás, a una vida que, por muy distinta que sea en el caso particular de cada uno, siempre se echa de menos. Porque del pasado solo se recuerdan las mejores cosas y es inevitable sentir nostalgia por tiempos que ya no volverán, como los del Totò niño y adolescente.
Un sutil alegato por la libertad y contra la censura
Otro de los aspectos que más se quedan grabados en la retina y las neuronas es el de la censura en el cine. Pasados ya los años totalitarios en Italia, pero no en otras partes de Europa, la censura seguía presente, sobre todo en estos entornos provincianos en los que la palabra del cura era más poderosa que la del alcalde.
Era la Sicilia profunda, que todavía hoy se puede oler y que, seis o siete décadas atrás era mucho más cerrada como sucedía en otras partes de Italia, de España y de distintos países en Europa y el resto del mundo. Pero la censura, por muy libres que nos sintamos incluso hoy en día, la hemos podido sentir y padecer casi todos.
El caso es que Tornatore pone como ejemplo otra muestra muy realista de la censura que existía y que era, si cabe, más absurda. Porque la censura que se aplicaba a las películas en Cinema Paradiso no era ante escenas sexuales o de violencia. Era, directamente, a los besos, al amor. Como si un beso romántico pudiera pervertir a alguien más que a aquel que ya tiene la mente perversa.
Una banda sonora para el recuerdo
No podemos dejar de destacar la gran labor de Ennio Morricone en Cinema Paradiso. No era un compositor desconocido, ni mucho menos, y sus grandísimos trabajos para Sergio Leone ya desde los 60 le habían colocado en primera fila.
De nuevo, y como ya había hecho en multitud de ocasiones (recordemos que, en total, compuso más de 500 bandas sonoras a lo largo de su carrera), no se conformó con adaptarse al tono y estilo de la película, sino que lo mejoró, lo subió de nivel, con un perfecto acompañamiento musical que resulta imprescindible para entender la grandeza de Cinema Paradiso.
Hay que recordar que, aquí, también participó su hijo Andrea, encargado de la composición del tema de amor, enseña de la música de esta película y que completó mientras estudiaba en el conservatorio.
Recepción y crítica de Cinema Paradiso
Cinema Paradiso fue todo un éxito de crítica y de taquilla desde el momento de su estreno. En unos años en los que se pensaba que el cine italiano estaba de capa caída, Cinema Paradiso fue la que propició su renacer, con una arrolladora presencia en las salas de toda Europa que culminó con premios como el Especial del Jurado en Cannes, los 5 BAFTA, entre los cuales se incluía la Mejor película de habla no inglesa y, por supuesto, el Globo de oro y el Oscar en esta misma categoría.
La crítica especializada tampoco escatimó en elogios, anticipando que Cinema Paradiso se podría convertir rápidamente en todo un clásico del cine italiano, algo que hoy en día muchos podrían firmar. De hecho, no son pocas las firmas que la incluyen en el top histórico del país transalpino, algo realmente meritorio y en lo que, desde su estreno en la década de los ochenta del siglo pasado, solo se podría considerar a La vida es bella (La vita è bella. Roberto Benigni, 1997). Pero esto ya es otro debate que no procede aquí.
En definitiva, no me voy a quedar corto diciendo que Cinema Paradiso es una de las películas más bonitas de la historia. Para mí, es imprescindible a la hora de enumerar filmografía italiana y, en general, filmografía de la última mitad del siglo XX.
Y tú, ¿qué piensas de Cinema Paradiso? ¿Te gusta? ¿Te emociona? ¿Te cansa? Espero tu opinión en los comentarios o, por qué no, en Twitter, donde te invito que me sigas para descubrir reseñas como esta y otros contenidos que te pueden interesar sobre cine.
3 comentarios
Para nosotros, en palabras sencillas: «UNA OBRA MAESTRA».
Es una de esas películas que parece que no te engancha pero que la acabas recordando con un sonrisa, se queda ahí… como un poso que gusta.
Todavía recuerdo como me caían las lágrimas, ya desde la pera, aquella primera vez que la vi en el cine.
Que película maravillosa.
Como ya te he mencionado, junto con La vida es bella y el ladrón de bicicletas, las mejores películas italianas que he visto. Saludos compañero.