Con faldas y a lo loco (Some Like It Hot) es una de las películas más famosas de la historia. Su título no resulta extraño a nadie, aunque no la haya visto, y algunas de las imágenes que nos ha dejado forman parte del imaginario colectivo cinematográfico.
Dirigida por Billy Wilder y protagonizada por ases de la comedia como Jack Lemmon, Tony Curtis y Marilyn Monroe, se podría decir que fue una producción hecha prácticamente a medida para triunfar. Muchos la podrían tachar de comercial, equivalente a lo que hoy en día se hace más para el gran público fácil de contentar que para esa crítica especializada y exigente.
Pero de esas películas siempre se han hecho muchas, algunas con más éxito que otras, y no todas siguen permaneciendo como obras maestras seis décadas después.
¿De qué va Con faldas y a lo loco?
Las historias planteadas por Billy Wilder tienen siempre bastante ingenio y coherencia. Wilder ha sido uno de los mayores genios a la hora de trasladar historias que parecen sencillas y maravillosas a la gran pantalla, y aquí tenemos uno de los ejemplos más divertidos.
Joe (Curtis) y Jerry (Lemmon) son dos músicos que presencian un ajuste de cuentas de la mafia y tienen que huir antes de que les ajusten las cuentas a ellos también. Para ello, no dudan en disfrazarse de mujeres e integrarse en una orquesta femenina. Allí es donde conocen a la maravillosa Sugar Kane (Monroe), que es la cantante de la orquesta.
Y, así, entre mujeres, instrumentos, millonarios y muchas locuras prácticamente inimaginables, es como ocurre Con faldas y a lo loco. Como su título indica, literalmente, y como pocas veces más hemos podido ver en la gran pantalla.
¿Qué es lo mejor de Con faldas y a lo loco?
Como hemos dicho ya, la clave básica para que Con faldas y a lo loco sea una película tan brillante incluso con tantos años de edad es su excelente guion. Muchos pueden considerar que la historia planteada puede ser inocente, tonta o, simplemente, superficial. No es así, ni mucho menos. Pero es verdad que algunas de las historias de Wilder, al estar tan brillantemente estructuradas y contadas, con unos personajes tan bien definidos y unos finales tan gloriosos, pueden engañar a los ojos menos acostumbrados.
El humor más complicado de hacer y de escribir es aquel que hace gracia a muchos y ofende a pocos. Bueno, es que, realmente, en Con faldas y a lo loco es muy complicado encontrar algo que resulte ofensivo. Puede que no haga reír a todo el mundo, pero sí que lo hará con la mayoría. Y, lo que es mejor, a gente de muy diverso origen y edad.
Muchas de sus imágenes ya son graciosas sin mucho más que añadir que el ver a los protagonistas vestidos de mujer, con esa mirada exageradamente impostada y la torpeza natural de los hombres al utilizar faldas y tacones. Pero lo que resulta letal frente a la competencia es la habilidad para los diálogos que tiene Wilder.
Con faldas y a lo loco supone uno de los momentos cumbres del director austriaco y, además, el inicio de la que, probablemente, fuera su mejor relación profesional, con el actor Jack Lemmon.
Éxito y problemas con la censura
Una cosa que mucha gente no sabe de Con faldas y a lo loco es que tuvo problemas con la censura en Estados Unidos. Cierto es que no en todos los estados y no excesivamente graves, pero en lugares como Memphis y Kansas sí que hubo reclamaciones e intentos de prohibición, sobre todo por la escena amorosa entre Curtis y Monroe.
Esto, en el fondo, no hizo sino acrecentar más si cabe el éxito que estaba teniendo en taquilla. Lemmon y Curtis ya eran actores bastante conocidos, y Monroe era toda una estrella que, por sí sola, ya podía suponer un beneficio económico para cualquier película.
Pero aquí estamos hablando de un film que, solo en Estados Unidos, multiplicó por 10 los menos de tres millones de dólares que supuso su grabación. No era una cantidad corta para la época, pero tampoco significaba un riesgo excesivo contando con lo que, como dijimos al principio, eran ingredientes de primera calidad para lograr una receta de éxito.
Nos imaginamos que, con el paso de los años, las proyecciones internacionales los reestrenos, las ediciones en distintos formatos y los múltiples pases televisivos, las cifras hayan crecido todavía más. Pero esto es secundario para los amantes del cine. Lo que importa es que Con faldas y a lo loco es una de las mejores comedias de la historia, reconocida por críticos de distintas generaciones e instituciones cinematográficas varias.
Y, por supuesto, también presente en los Oscar de su año, aunque de un modo bastante humilde y solo venciendo en la categoría de Mejor vestuario para películas de blanco y negro.