Los Oscar de la Academia de Hollywood son los premios de cine más famosos. Son los que más expectación levantan, los más seguidos, los más prestigiosos y, por todo esto, también los que más polémica levantan y más detractores suelen tener. Sin caer en conspiranoias exageradas sobre sus criterios a la hora de seleccionar nominados y premiados, hay que reconocer que, en muchas ocasiones, sus resultados causan muchas sorpresas. Y, lo que es peor de todo, hay muchas veces que los Oscar son injustos.
No sé si es demasiado acertado hablar de Oscar desproporcionados. Tal vez haya habido estatuillas otorgadas a películas, directores o actores que podrían ser considerados dignos de recibirlo y, por mala suerte, les tocó competir en un año donde había alguna genialidad por ahí pululando. Me parece que es más afinado hablar de Oscar injustos. Sí, cuando el premio está claro, sobre todo con la distancia de los años, de que tendría que haber sido para otro candidato. Aunque el premiado esté a una altura considerable para conseguirlo, ha habido muchas veces que ha sucedido esto y ahora es momento de recordarlo.
Nos vamos a centrar en la categoría a la mejor película, por ser seguramente el premio más relevante de todos y el que más polémico puede resultar. Esto no quiere decir, obviamente, que no haya sucedido lo mismo en cuanto a directores, actores, actrices, guionistas, directores de fotografía, compositores, etc. Allá vamos, con lo que consideramos que son los oscar más injustos de la historia.
Rebeca (Rebecca. Alfred Hitchcock, 1940)
Vale, empezar por ésta puede ser polémico. Rebeca es una gran película, sin duda. Seguramente no sea lo mejor de Hitchcock, pero merece estar en el olimpo del cine. El problema es que, aunque sea una grandísima película, tal vez no fuera la mejor de las que competían ese año. Entre ellas, tres títulos que, como mínimo, están a su altura, e incluso se podría decir que un poco por encima. El gran dictador (The Great Dictator. Charles Chaplin, 1940), Las uvas de la ira (The Grapes of Wrath. John Ford, 1940) e Historias de Filadelfia (The Philadelphia Story. George Cukor, 1940). Visto así, seguro que ya no está tan claro qué película se merecía más el Oscar, ¿verdad?
Qué verde era mi valle (How Green Was My Valley. John Ford, 1941)
Seguimos con la polémica. La película de John Ford es una maravilla y eso nadie lo discute. La cuestión es que, a día de hoy, pensar que uno de los títulos más influyentes de la historia del cine, Ciudadano Kane (Citizen Kane. Orson Welles, 1941), recibiera tan escaso reconocimiento sólo se explica por la independencia de Orson Welles con respecto a los grandes estudios. Hay que hacer mención también a otras nominadas de ese año como El halcón maltés (The Maltese Falcon. John Huston, 1941), La loba (The Little Foxes. William Wyler, 1941), El sargento York (Sergeant York. Howard Hawks, 1941) o Sospecha (Suspicion, Alfred Hitchcock, 1941), que son realmente muy buenos títulos, merecedores de cualquier galardón.
Siguiendo mi camino (Going My Way. Leo McCarey, 1944)
Creo que poca gente, o nadie, recuerda ya esta película de Leo McCarey. Bueno, se puede decir que ganó con un pelín de fortuna, porque la única buena competidora en la categoría era Perdición (Double Indemnity. Billy Wilder, 1944). Sí, hoy en día casi nadie diría que la del director austriaco es una película menor con respecto a la de McCarey. Pero es que ese año, sin llegar a estar siquiera nominadas, se estrenaron otras cositas como Laura (Otto Preminger, 1944), La mujer del cuadro (The Woman in the Window. Fritz Lang, 1944) o Arsénico por compasión (Arsenic and Old Lace. Frank Capra, 1944).
Eva al desnudo (All About Eve. Joseph L. Mankiewicz, 1951)
Esto hay que explicarlo. La clave está en que la perdedora fue El crepúsculo de los dioses (Sunset Boulevard. Billy Wilder, 1951). No quiero ni mucho menos poner en duda la calidad de Eva al desnudo y, como admirador de Bette Davis, considero que es uno de sus mejores papeles y que ha quedado para la historia. Pero me parece que El crepúsculo de los dioses es una película más completa y se debería haber llevado el oscar a la mejor película.
El mayor espectáculo del mundo (The Greatest Show on Earth. Cecile B. DeMille, 1951)
Es cierto que El mayor espectáculo del mundo tuvo mucho éxito en su día. Era de esas obras que atraían a un gran público y funcionaban muy bien comercialmente, en la línea de muchas de las películas de Cecil B. Demille. Tal vez por eso, este oscar injusto es más fácil de juzgar con el paso de los años que lo que se podía valorar en su momento. Pero, en su lugar, bien podrían haber estado otras películas que hoy en día siguen estando en el imaginario colectivo, como Cautivos del mal (The Bald and the Beautiful. Vincente Minnelli, 1952), El hombre tranquilo (The Quiet Man. John Ford, 1952) o Solo ante el peligro (High Noon. Fred Zinnemann, 1952).
La vuelta al mundo en ochenta días (Around the World in 80 Days. Michael Anderson, 1956)
Nos hace gracia ver a Cantinflas y a David Niven, pero ésta tampoco es lo que se puede llamar una obra maestra del séptimo arte. Tal vez habría sido más acertado dárselo a Gigante (Giant. George Stevens, 1956) que, además de tener un gran reparto, sigue siendo gigante tantos años después. Incluso alguna de las otras nominadas, como Los diez mandamientos (The Ten Commandments. Cecil B. Demille, 1956) o La gran prueba (Friendly Persuasion. William Wyler, 1956) no rechinarían tanto.
West Side Story (Jerome Robbins, Robert Wise, 1961)
Esos años fueron una época en la que los musicales tenían más poder de convencimiento en la Academia que actualmente. Incluso también tenían más atractivo ante el público general, sin que hoy sean un género completamente olvidado. Pero, aunque ésta sea una buena película, creemos que es un oscar injusto y que, sobre todo, hay dos títulos que podrían haber ganado ese año: El buscavidas (The Hustler. Robert Rossen, 1961) y Vencedores o vencidos (Judgement at Nuremberg. Stanley Kramer, 1961).
Tom Jones (Tony Richardson, 1963)
Como película de aventuras, resulta entretenida e, incluso, divertida a ratos, aunque no ha envejecido del todo bien. Como comedia, no es superior a Irma la dulce (Irma la douce. Billy Wilder, 1963). Y, como película, creo que una opción más justa habría sido América, América (America, America. Elia Kazan, 1963), Fellini 8½ (8½. Federico Fellini, 1963).
Contra el imperio de la droga (The French Connection. William Friedkin, 1971)
Una buena película, típica de esos años en cuanto a tono y estilo. De hecho, hoy en día sigue viéndose con agrado y para muchos es una referencia muy fidedigna del tipo de cine que se llevaba a principios de los setenta. Pero, para nosotros, es un Oscar injusto porque la Academia descartó incomprensiblemente a La naranja mecánica (The Orange Clockwork. Stanley Kubrick, 1971), en uno de sus múltiples desprecios al director neoyorquino.
Rocky (John G. Avildsen, 1976)
Rocky no está mal. Es una película que fue original en su día y dio paso a una saga con tremendo éxito comercial. Pero, del mismo modo que muchas otras, no creemos que tenga la altura suficiente como para ganar el Oscar, y menos en un año en el que se habían estrenado algunas películas como Todos los hombres del presidente (All the President’s Men. Alan J. Pakula, 1976), Network (Sidney Lumet, 1976) y Taxi Driver (Martin Scorsese, 1976).
Kramer contra Kramer (Kramer vs. Kramer. Robert Benton, 1979)
Esta película protagonizada por Dustin Hoffman no está mal. Pero no deja de ser un drama familiar bastante normalito, con unas buenas interpretaciones de sus protagonistas. Con el paso de los años, se ha demostrado que no está al nivel de la gran perdedora en esa edición de los Oscar: Apocalipsis Now (Apocalypse Now. Francis Ford Coppola, 1979). Tal vez era demasiado darle otro Oscar a Coppola. Si no, no se entiende.
Gente corriente (Ordinary People. Robert Redford, 1980)
Otra película que tuvo demasiada flor para lo que ha significado con el paso del tiempo y otro oscar injusto. Pero es que estas películas funcionaban muy bien y fue la cinta más premiada, con un Robert Redford triunfando pletórico. Pero, en comparación con Toro salvaje (Raging Bull. Martin Scorsese, 1980), por ejemplo, sale perdiendo. Y eso por no nombrar a El hombre elefante (The Elephant Man. David Lynch, 1980) que, siendo un título de culto y referente hoy en día, sabemos que no encaja en los parámetros del oeste norteamericano.
La fuerza del cariño (Terms of Endearment. James L. Brooks, 1983)
Con el paso del tiempo, esta película se ha quedado en una comedia melodramática del montón, pero en su momento tuvo bastante éxito. A pesar de eso, no entendemos cómo pudo ganar el Oscar mientras otras películas como El precio del poder (Scarface. Brian De Palma, 1983) o, incluso, El retorno del Jedi (Star Wars: Episode VI – Return of the Jedi. Richard Marquand, 1983) ni siquiera estuvieron nominadas.
Paseando a Miss Daisy (Driving Miss Daisy. Bruce Beresford, 1989)
Esta película suena hoy más como un nombre conocido que como una película que la gente admire y vea frecuentemente. Es entrañable, provoca bonitos sentimientos, pero no estamos tan seguros de que tenga el nivel que se presume como para llevarse el Oscar a mejor película. Tal vez el nivel ese año no fuera espectacular, pero había tres candidatas más que eran muy potentes y que, actualmente, tienen mayor relevancia: Nacido el cuatro de julio (Born on the 4th of July. Oliver Stone, 1989), El club de los poetas muertos (Dead Poets Society. Peter Weir, 1989) y Mi pie izquierdo (My Left Foot. Jim Sheridan, 1989).
Bailando con lobos (Dances with Wolves. Kevin Costner. 1990)
Entendemos que Kevin Costner estaba súper de moda y que la película, más que pensada como una obra maestra del cine, estaba destinada a enganchar al público más fácil comercialmente. Pero es que se año había otras películas como, por ejemplo, El padrino: Parte 3 (The Godfather: Part III. Francis Ford Coppola, 1990) –que obviamente no está a la altura de sus predecesoras– y, sobre todo, Uno de los nuestros (Goodfellas. Martin Scorsese, 1990). Cuesta entender a día de hoy que esta maravilla de Scorsese no se llevara el Oscar a mejor película.
Forrest Gump (1994)
Éste es un caso ejemplar de que no es un Oscar que rechine demasiado, pero sí es un Oscar injusto si ensanchamos la mirada hacia dos competidoras de ese año que salieron fuertemente perjudicadas: Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994) y Cadena perpetua (The Shawshank Redemption. Frank Darabont, 1994). La primera se llevó el premio a mejor guión. La segunda se fue de vacío. Hoy en día, todo el mundo sigue contando con Forrest Gump como una gran película y uno de los mejores títulos de los noventa, pero mucha gente la encuentra inferior a Cadena perpetua y, sobre todo, menos innovadora, impactante e influyente que Pulp Fiction.
Titanic (James Cameron, 1997)
Titanic ha sido no de los mayores y más conseguidos productos del marketing hollywodiense, del que se hablaba hasta en las colas del supermercado mientras se esperaba el turno del charcutero y que, en serio, no es más que una película lacrimógena, con grandes efectos visuales y un actor guapo bajo una banda sonora omnipresente. Es una gran producción, sí, pero no es superior ni mucho menos a L.A. Confidential (Curtis Hanson, 1997), Mejor… imposible (As Good as It Gets. James L. Brooks, 1997) o El indomable Will Hunting (Good Will Hunting. Gus Van Sant, 1997).
Shakespeare in Love (John Maden, 1998)
Una película graciosa, curiosa, que ni siquiera se había estrenado en muchos países fuera de los Estados Unidos y de la que apenas nadie se acuerda hoy en día. En cambio, si nombramos, por ejemplo, La delgada línea roja (The Red Thin Line. Terrence Malick, 1998), La vida es bella (La vita è bella. Roberto Benigni, 1997), o Salvar al soldado Ryan (Saving Private Ryan. Steven Spielberg, 1998), podréis pensar que los miembros de la Academia estaban un poco rebeldes ese año, ¿verdad?
Chicago (Rob Marshall, 2002)
Tal vez por volver a poner de moda los musicales, o el intento de la Academia en ello, Chicago se llevó el Oscar pasando por encima de grandes títulos como El pianista (The Pianist. Roman Polanski) o Gangs of New York (Martin Scorsese, 2002). Podríamos considerar también a Ciudad de Dios (Cidade de Deus. Fernando Meirelles y Kátia Lund, 2002) como mejor película de ese año, aunque a los Oscar acudió al año siguiente yéndose de vacío.
En tierra hostil (The Hurt Locker. Kathryn Bigelow, 2008)
Cierto que las películas bélicas han tenido su reconocimiento en los últimos años, también debido a la situación política en determinadas zonas y al debate que origina en Estados Unidos. Pero esta película no resulta tan impactante como otras que se fueron con las manos vacías. En su lugar, el Oscar podría haber sido para Malditos bastardos (Inglorious Basterds. Quentin Tarantino, 2009) o, incluso, para Avatar (James Cameron, 2009).
El discurso del rey (The King’s Speech. Tom Hooper, 2010)
Otra película que vale, que está bien, que entretiene y tal. Pero no hay mucho más donde rascar. Entre las muchas candidatas de ese año hay títulos muy relevantes, como La red social (The Social Network. David Fincher, 2010), a la cual tampoco considero ninguna gran maravilla; The Fighter (David O. Russell, 2010), que tiene cosas bastante interesantes; Cisne negro (The Black Swan. Darren Aronofsky, 2010), aclamada por los fans de Aronofsky; y, sobre todas las cosas, Origen (Inception. Christopher Nolan, 2010) que, siendo una de las películas más originales y espectaculares de los últimos tiempos, sólo se llevó premios en categorías técnicas.
Interesante artículo. Yo hace tiempo hice uno similar (http://laestaciondelfotogramaperdido.blogspot.com/2012/11/oscar-peor-pelicula.html), pero coincidimos en pocas, curiosamente. Para mí es muy absurdo, por ejemplo, que Scorsese perdiera con Taxi Driver ante Rocky y sin embargo ganara con Infiltrados a Pequeña Miss Sunshine. También es inexplicable que Una mente maravillosa venciera a Moulin Rouge, El señor de los anillos, En la habitación y Gosford Park siendo de lejos la peor de las cinco, o que En el calor de la noche se impusiera en su día a Bonnie & Clyde y El graduado. Sin duda, para gustos colores, pero a veces sencillamente la Academia se equivoca. Por cierto, coincido en que Rebeca y Eva al desnudo son ligeramente inferiores a Las uvas de la ira y El crepúsculo de los dioses, pero en ambos casos nos encontramos ante obras maestras, con lo que hablar de ‘injusticia’ es exagerado! Saludos 😉
Realmente, con lo que comentas de haber coincidido en pocas queda más probado aún que la Academia siembra muchas dudas en sus premiados. Sí que es cierto que el caso de Scorsese pudiera sonar a compensación después de tantos años de vacío.
Muchas gracias por tu aportación!
Totalmente de acuerdo.
Muchas gracias por tu visita y tu comentario, Adriana!
Coincido en algunas, pero tampoco es justo darle todo a Coppola, a Tarantino, a Scorsese… Yo los se admirar pero a veces hasta me da asco que mencionen siempre los mismos títulos. Muchas de las que mencionan son películas de culto (y olvidaste una muy buena de 1990, La escalera de Jacob) y que por lo general son muy extensas y rebuscadas. Pero por otro lado odié Birdman de principio a fin y sin embargo arrasó con todo, dándome a entender lo injusto de los óscar. Comparto tu pesar, no así algunos de las películas que elegiste. Por cierto, malísimas Forrest Gump, Shakespeare in love y The hurt lokcer.
Estoy en desacuerdo en algunos casos, para mi me gusto mucho mas The Hurt Locker que Avatar, Avatar solo esta llena de efectos especiales, pero las actuaciones son malitas, la historía es tan predecible a lo pokahontas, me parecio mas intensa The Hurt Locker.
y si Little Miss Sunshine es de mi favoritas e Infiltrados me aburre como el infierno pero para mi Babel era superior a esas dos.
Pues por lo que veo el gusto se rompe ne generos, yo ame Birdman de principio a fin y me super ultra mega aburrio Boyhood,un proyecto muy pretencioso pero jams hubo un climax en la historia del niño o la madre, tuvieron una vida lineal, simple y aburrida nada mas.
Es tonto decir que Taxi Driver es superior a Rocky. Ambas son buenas y clásicas, pero Rocky a nivel premiacion es superior, porque cada escena funciona y tiene una razón de ser, a nivel avance de la historia, y a nivel emocional. En Taxi driver hay diálogos que directamente son eliminables, conversaciones del estilo: que hacemos? no se, bueno, ni idea, no se, que se yo, bueno, nada, Taxi Driver esta lleno, sin restarle merito a las escenas que si funcionan y convierten la película en clásica, pero es totalmente redonda de principio a fin.
Hay que diferenciar lo que ha sido obviamente mal dado de las ocasiones en que compiten varias obras de calidad casi comparable. Mas que el gusto personal son tambien cuestiones culturales, historicas y tambien personales las que inclinan la balanza hacia un lado u otro. Pareciera que Hollywood es reacio a innovaciones o temas avanzados para su epoca. Y tambien el manipuleo previo del aparato public relations y la opinion de criticos incompetentes juega un papel importante.