Descalzos por el parque (Barefoot in the park) es una comedia romántica de las que ya no se hacen, o de las que ya no se llevan, para ser más concretos y justos con los tiempos que corren. Porque, no lo vamos a negar, actualmente las películas de este género suelen centrar sus recursos más en los gags visuales y en golpes de efecto, no solamente físicos, que en la construcción de una historia bien hilada con personajes principales y secundarios que funcionen coherentemente.
Ahora bien, aunque Descalzos por el parque tenga un título ñoño y esté basada en una obra de teatro, con la sencillez de recursos y localizaciones que eso va a significar, no podemos decir que estemos ante una película que resulte aburrida ni pastelosa. Los personajes principales, esa bonita pareja de rubios interpretados por Robert Redford y Jane Fonda, son lo suficientemente distintos como para que la glucosa no suba demasiado, y los actores son lo bastante listos como para no dejar que sus interpretaciones caigan en el exceso y se estropee la química que existe entre ellos.
No hay que negar que estos dos actores, que también habían actuado juntos y como pareja ficticia el año anterior en La jauría humana, estaban en pleno auge de sus carreras, tal vez la de él más exitosa si cabe con lo que llegaría en los siguientes años. Pero ya se sabe; «jóvenes y guapos» es una fórmula que funciona desde los inicios del género, en los que Frank Capra o Howard Hawks ya triunfaban con unas historias interpretadas por los Cary Grant, James Stewart, Katharine Hepburn y demás galanes y divas de la época. En efecto, lo mismo que las Aniston y Affleck de turno, por poner dos ejemplos al azar de los actores actuales más conocidos.
Yendo al grano en cuanto a la película que nos ocupa, el director es un hombre poco conocido, de nombre Gene Saks, y de profesión, mayormente, actor de televisión. De hecho, ésta fue su primera incursión tras las cámaras y, como no le fue del todo mal, al año siguiente pudo dirigir a una de las parejas de más éxito por aquellos años; la formada por Jack Lemmon y Walter Matthau, en una de sus películas más recordadas: La extraña pareja.
Se puede decir que su labor como director en Descalzos por el parque no era demasiado complicada, y que la supo resolver con bastante profesionalidad. El reparto del film fue bastante reducido; la guapa pareja principal, y los secundarios Charles Boyer, como el vecino simpático y extravagante, y Mildred Natwick, como una de las madres y suegras más estupendas que jamás se han visto en una película de este estilo.
Si el personaje interpretado por Boyer ya tiene bastante gracia, por lo descarado y alegre que resulta, el de Natwick tiene un encanto y un atractivo especial. Creo que todos firmaríamos tener una suegra así, la verdad, y más aún si su hija es como la de aquí. Pero también creo que ninguno estaríamos demasiado conformes llevando una vida como la de este marido formal, estricto y, también un poco aburrido.
No voy a incidir más en la personalidad de los personajes, sobre todo para no terminar revelando más información de la que debería y estropear una película que merece la pena ver, sobre todo si se es aficionado al género de la comedia romántica en el sentido más clásico de la acepción, y si se encuentra una copia o una emisión a mano, ya que no es una de las cintas que más se suelan distribuir últimamente.