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Diez directores de culto

De la misma manera que hay películas de culto, series de culto o, incluso, bandas sonoras de culto, también hay directores de culto. Sí, gente que se puede considerar digna de recibir ese estatus, e incluso más.

Son muchos los realizadores que, a lo largo de su carrera, han dirigido cintas que puedan ser consideradas como obras de culto, aunque ya no es tan fácil que un mismo hombre tras la cámara haga varias de ellas. Aún así, el Pelicultista ha elaborado una pequeña, y primera, lista de directores que se merecen dicha distinción. No son los únicos, por lo que esta lista no está ni mucho menos cerrada, sino que irá siendo ampliada y completada a lo largo de sucesivas entregas.

John Waters

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El primero de nuestros directores de culto es un tipo verdaderamente peculiar. Siempre se ha mostrado muy vinculado a su Baltimore natal, de donde también procede gran parte de sus colaboradores habituales, llamados Dreamlanders, y donde también suele rodar y estrenar sus proyectos.

De sus primeros años, tal vez la película más conocida, y más irreverente, sea Pink Flamingos. Paradigma del mal gusto, esta especie de comedia negra no se corta un pelo, y mucho menos lo hace su peculiar protagonista, Divine. No es apta para todos los estómagos y tampoco es apta para algunos público sensibles o impresionables.

Este estilo, aunque no tan explícito, se mantuvo, aunque en los ochenta se fue acercando un poquito al público general. Pero sólo un poco, claro. Polyester y Hairspray ampliaron el círculo donde Waters era admirado, y en los noventa siguió con su progresión con películas como Cry Baby (con Johnny Depp) y la divertida Los asesinatos de mamá. De sus últimas películas, destaca Cecil B. Demente, del año 2000. Desde entonces, sólo ha hecho Los sexoadictos, en 2004.

Roger Corman

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Pocos directores de culto tan grandes y currantes. Trabajador incansable desde los años cincuenta, sus obras como director se cuentan por decenas, y como productor por cientos.

Desde sus inicios se ha caracterizado por crear obras de bajo presupuesto, cercanas al género fantástico, de ciencia ficción o terror, y muchas de ellas encuadradas dentro del mundo de la serie B, aunque no por ello carentes de calidad o talento.

Por sus manos cinematográficas pasaron grandes directores como Ron Howard o Martin Scorsese, y actores como Jack Nicholson o Peter Fonda, lo que da una buena idea de hasta dónde ha podido alcanzar su influencia en el séptimo arte.

De su obra es difícil destacar algún título en concreto, porque tiene muchos y muy buenos. Por supuesto, inolvidable su serie de películas basadas en textos de Edgar Allan Poe, como El péndulo de la muerte, La obsesión o El cuervo. También destacan otras como La tienda de los horrores, La matanza del día de San Valentín o Mamá sangrienta.

En conclusión, alguien muy difícil de igualar en esto del culto.

Russ Meyer

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La derivación de la serie B y del cine para frikis un poco más picante está encarnada por este director. Comenzó joven sus primeros pinitos con la cámara, e incluso filmó varias batallas en la Segunda Guerra Mundial.

Ya en los años cincuenta, empezó a perfilar su estilo, sobre todo tras trabajar para la revista Playboy, y definirse como un autor típico del destape. Pero sus películas nunca fueron pornográficas, sino eróticas y, según iba avanzando, su obsesión por las actrices con grandes pechos iba creciendo.

No se puede decir que ninguna de sus películas sea una obra maestra, pero sí que todas son divertidas y con una estética peculiar. Se pueden señalar varias, como El valle de los placeres, Megavixens o, la que es sin duda su obra más famosa y sin discusión alguna un referente en el cine de culto de los sesenta, Faster, Pussycat! Kill! Kill!

Ed Wood Jr.

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Difícil añadir algo novedoso sobre este mítico director. Considerado tradicionalmente como el peor director de cine de todos los tiempos, sus películas eran literalmente un quiero y no puedo. Todos sus proyectos fueron un absoluto fracaso en su día, y aún hoy sigue destacando por la mala calidad técnica en su ejecución.

Ligeramente rescatado del olvido durante los años ochenta, fue Tim Burton el que dio un empujón definitivo a su culto con la obra sobre su vida, Ed Wood, en los años noventa.

Se podría decir que sus películas son tan malas que parecen genialidades. Inconscientemente, uno le coge cariño, porque se ve que le ponía muchas ganas e ilusión, aún a costa de desperdiciar las inversiones de sus productores.

Las más conocidas son Glen o Glenda, La novia del monstruo y, cómo no, su obra cumbre: Plan 9 del espacio exterior. Y digo su obra cumbre porque ni siquiera él se habría podido superar en despropósitos. Obligatorio verla.

George A. Romero

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Le debemos mucho a este director americano en el cine y la televisión de hoy en día. Romero fue un gran impulsor del cine de zombies, temática tan presente en los medios cinematográficos hoy en día, sobre todo con su impactante opera prima: La noche de los muertos vivientes. Es él quien, mayormente, define la tipología de zombis a la que estamos más acostumbrados ahora mismo.

Aunque ninguna de sus siguientes películas ha conseguido un éxito semejante, sí que ha seguido presentando algo más que puro entretenimiento a sus espectadores, siempre concentrado en el terror y, sobre todo en su especialidad, los zombis. Quiero destacar Martin, y Zombi, el amanecer de los muertos vivientes, aunque hay una gran legión de seguidores que se cepillan cualquiera de sus películas como si fueran detrás de cerebros.

John Carpenter

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Una de las debilidades del Pelicultista y uno de los directores de culto más grandes ever. Sobre todo en sus primeros años, Carpenter ha sido verdaderamente influyente en el cine de terror y de ciencia ficción para las generaciones más recientes.

Su Asalto a la comisaría del distrito 13 es una genial revisión del clásico western Río Bravo y, a partir de ahí, encadena una gloriosa lista de obras de culto como La noche de Halloween, La niebla, 1997: Rescate en Nueva York, La cosa… Son tantas que es difícil enumerarlas por el miedo a dejarse alguna en el tintero.

A pesar de no ser tan mayor, actualmente está semirretirado de la dirección, aunque sigue vinculado a distintos proyectos en otras labores. Pero de lo que no cabe ninguna duda es que Carpenter es uno de los directores más merecedores de culto de las últimas décadas.

David Cronenberg

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Este director canadiense, de la misma generación que Carpenter, tuvo unos comienzos de verdad atrevidos, o incluso agresivos si se quiere. Su Shivers ganó el premio de Sitges en 1975 y, sin parar de dirigir, alcanza la gloria con Scanners en los años ochenta, a partir de la cual es considerado como uno de los directores de culto de referencia.

Desde ahí, su década dorada. Videodrome es un título que ha superado el culto, porque su repercusión fue algo impresionante en muchos sentidos. Se atreve en aspectos que antes no estaban explorados. En fin, mejor verla. Y, con un par, el mismo año saca La zona muerta. Para superarse aún más.

Tardó tres años más en volver, con el impresionante remake La mosca. Ya hablé de ella, porque es algo espectacular. Un ejemplo de cómo se tiene que actualizar y adaptar una buena historia.

Después de esto, creo que ya es todo bastante conocido: Crash, ExistenZ, Una historia de violencia, Promesas del este, Un método peligroso, Cosmópolis… y lo que llegará, sin ser tan de culto, pero sin ser un truño, obviamente.

David Lynch

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El tío del pelo raro. Bueno, del peinado. Es así como una actualización del pelo que llevaba Jack Nance en Eraserhead. Y sí, ya ese primer largo suyo es una cosa muy de culto. Un poco rara, porque Lynch es un tío bastante raro. Pero es que tiene mucho talento y sabe hacer cine.

Después de esa opera prima cultista, El hombre elefante, Dune, Terciopelo azul, Corazón salvaje… Vamos, que cada vez más arriba.

Es cierto que sus películas han ido siendo cada vez más mainstream, pero siguen molando mucho. Mullholand Drive o Una historia verdadera son, cada una en su estilo, cintas verdaderamente bien puestas en lo suyo. Sobre todo esta última. Hay que ser un verdadero cineasta para hacer una película así.

Y para los más seriéfilos, culto doble: Twin Peaks, que ya tiene más de veinte años y aún sigue siendo una serie influyente.

Lars von Trier

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El director danés no sólo es raro. Quiere ser raro y le gusta serlo. Ha conseguido revolucionar todo lo relacionado con las películas a través de títulos de autor, de películas irreverentes, de promover el movimiento Dogma, y de tratar temas un poquito más que polémicos, incluso fuera de la dirección.

Europa fue la que le lanzó a la fama, Rompiendo las olas la que le dio prestigio, Los idiotas la que provocó un escándalo y Bailar en la oscuridad la que le dio el reconocimiento académico. El resto, sigue siendo actualidad, desde Dogville hasta Nynphomaniac.

Cualquiera de sus películas tiene la garantía de no dejar indiferente a nadie. Y todas son buenas a su manera. Depende de lo que busques en cada momento, siempre puedes encontrar el punto adecuado, si te atreves. Pero, lo más probable es que haya alguna que te guste.

Quentin Tarantino

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Es tan bueno que ha sobrepasado el límite del simple culto para ser admirado por grandes masas. Cierto que empezó siendo un autor bastante independiente, con su premonitoria Reservoir dogs, que ya daba idea de lo que vendría, y lo siguiente fue el guión de Amor a quemarropa.

Con Pulp fiction alcanzó la gloria. La crítica siguió rindiéndose a sus pies, mientras que el público pasó de ser sólo minoritario a masivo. Eso de ser cultista pasó a estar de moda, y dejó de ser algo exclusivo de las minorías. A partir de entonces, excepto Jackie Brown, que seguramente sea su película menos frikie, ha conseguido hacer cosas muy particulares, llenas de homenajes a la serie B, al cine de videoclub, y a los autores que una vez fueron grandes y muchos consideraban pasados de moda o rancios.

Aunque tenga el hándicap de ser muy actual y muy masivo, es considerado de culto por sus atrevimientos en los guiones y la dirección. Un individuo realmente sin complejos, como lo son los grandes, estilo Leone, que se recrean en su genialidad, restregando los grandes momentos ante los ojos de los agradecidos espectadores. Vean, vean cosas como Malditos Bastardos, Django desencadenado o, inlcuso, las dos Kill Bill. Simplemente son homenajes al auténtico cine de culto cuya guinda la ha puesto con Once Upon a Time in Hollywood, para que las generaciones del futuro lo sigan incluyendo en su lista de directores de culto imprescindibles.


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