Easy Rider es una de esas películas que pertenecen a una época y permanecen en ella para siempre. Es un símbolo, un mito y un emblema de lo que los años sesenta han significado cultural y socialmente, y también un punto de inflexión para el cine independiente que, desde entonces, se lo ha creído un poco más.
Dirigida por Dennis Hopper en 1969, y protagonizada por él mismo, Peter Fonda y Jack Nicholson, Easy Rider tuvo un gran éxito en su momento. Hopper ganó en el festival de Cannes como director novel y se calcula que la recaudación obtenida llegó a multiplicar por cien el presupuesto.

El tono desefendado en muchas de las escenas, algo que caracterizó realmente a toda la producción, ayuda a recrear el espíritu que se vívia a finales de los sesenta; la contracultura, el movimiento hippie y la rebeldía de muchos jóvenes ante determinados valores tradicionales en Estados Unidos.
El ansia de libertad y rebeldía que Hopper pretende transmitir en Easy Rider tiene varios ejemplos materiales que se han repetido muy pocas veces en las películas. Muchas escenas mostradas fueron improvisadas debido al consumo real de drogas, que se ven en pantalla tal y como sucedieron. Esa espontaneidad era algo muy reivindicado en la época, y trasladarlo al montaje final ayuda a que la historia funcione de una manera mejor y revela una manera transgresora de trabajar y de hacer las cosas.
Los años finales de los sesenta fueron un gran germen para la música moderna, más que para el cine. Pero Easy Rider es también una era de la música llevada a imágenes y, como no podía ser de otra manera, incluyó himnos significativos del momento en su banda sonora. Escuchar a The Byrds, The Band, Steppenwolf o a Hendrix, supuso todo un lujo que no era nada común en el cine de aquellos años. Y es más, estos artistas cedieron gratuitamente las canciones, como si supieran con anticipo lo que esta película iba a suponer en ese momento, y para las generaciones futuras.
Como hemos dicho anteriormente, Easy Rider es una película muy de su época, y no ha envejecido demasiado bien. De todas maneras, esto no es malo. Al revisionarla, podemos percibir cómo eran las tendencias cinematográficas del momento de manera más intensa, ya que las condensa prácticamente todas, y sentirnos transportados a una época que nunca volverá. Algunos dicen que afortunadamente, otros que no. Pero ya quisiéramos muchos cruzar Estados Unidos en una Harley y saber que Hendrix sigue vivo.
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