El carnaval de las almas (Carnival of Souls) lleva mucho tiempo buscando su lugar en las mejores videotecas. Y lo hace porque no es una película fácil de clasificar. Podría encajar a la perfección en las secciones de cine independiente, de género de terror y de películas de culto. A mí no me da ningún reparo reconocer que me sirve cualquiera de esas categorías y que, de tener que elegir una, prefiero la última.
Pero lo mejor de todo es que tampoco encaja entre las películas más famosas de su generación y las joyas por descubrir. Es lo suficientemente desconocida como para que muchos aún no hayan oído hablar de ella y, a la vez, la ha visto un número de cinéfilos tan amplio como para que no sea una recomendación extraña para los que tienen algo de interés.
Todo esto es motivo para que escriba una reseña sobre El carnaval de las almas, porque no es algo habitual en muchas películas. Pero hay más cosas todavía, por lo que trataré de reunirlas todas en los siguientes párrafos.
¿De qué va El carnaval de las almas?
Mary Henry (Candace Hilligoss) es una joven que sufre un accidente de tráfico cuando el coche en el que viajaba con dos amigas se precipita por un puente y cae a un río. Al salir del agua, todavía desorientada, empieza a notar como hay algo que ha cambiado en el mundo, pero no sabe el qué.
Para superar este trauma y seguir adelante con su vida, decide cambiar de ciudad y aceptar un trabajo como organista en una iglesia. Pero allí todo sigue resultando extraño y, muy pronto, empieza a notar como hay unas personas extrañas que siguen sus pasos y que hay una feria abandonada por la que siente una especial atracción.
Detalles de calidad en una producción independiente
En ocasiones, se suele relacionar al cine independiente con la falta de calidad o, por lo menos, con la falta de recursos. Cuando el dinero escasea, es más fácil caer en errores, por falta de medios o por falta de tiempo. Pero en El carnaval de las almas las sensaciones son bien distintas.
Incluso pasados casi sesenta años desde su estreno cuando escribo estas líneas, la factura de la película se percibe de alta calidad en todos los sentidos. Y no es solo porque me haya tocado la suerte de ver una copia bien remasterizada. Es que la dirección es muy fina, la fotografía es precisa como un láser y las interpretaciones dejan huella en el espectador. ¿Qué más se puede pedir?
Las inspiraciones e influencias de El carnaval de las almas
Al ver hoy en día El carnaval de las almas, tanto por primera vez como en revisiones, surgen muchas notas familiares. Algunas más evidentes que otras, pero, en definitiva, muchas.
Para los amantes del cine de terror clásico, el tono y estilo puede empezar a resultarles tan cercano como algún capítulo de La dimensión desconocida (The Twilight Zone. 1959). La protagonista rubia e indefensa bajo una atmósfera poco acogedora en blanco y negro incluso puede recordar a la Janet Leigh de Psicosis (Psycho. Alfred Hitchcock, 1960).
Seguramente, El carnaval de las almas recibió muchas otras inspiraciones más o menos sutiles, pero lo que hoy en día se percibe es, sobre todo, lo mucho que influyó en otras obras de culto.
Para empezar, en La noche de los muertos vivientes (The Night of the Living Dead. George A. Romero, 1969) que es, indiscutiblemente, una de las películas de terror más famosas de todos los tiempos. Por cierto, al igual que El carnaval de las almas, también es en blanco y negro, también es una película independiente y, por supuesto, comparte otros aspectos frecuentes del terror clásico de los sesenta.
También hay reminiscencias en el look que el propio director de El carnaval de las almas, Herk Harvey, luce para su misterioso personaje de muerto viviente. Tan misterioso como el Mystery Man encarnado por Robert Blake en Carretera perdida (Lost Highway, 1997), una de las muestras que podemos encontrar de que David Lynch bebió de este film, algo que también se comenta sobre Cabeza borradora (Eraserhead, 1977) y Terciopelo azul (Blue Velvet, 1986).
Para terminar, y con el aviso de que puede destripar partes de la trama de El carnaval de las almas, hay que decir que M. Night Shyamalan también le debe mucho, por lo que a El sexto sentido (The Sixth Sense, 1999) se refiere.
Cine independiente y cine de guerrilla
Herk Harvey se dedicaba a crear vídeos educativos y El carnaval de las almas supuso una aventura muy divertida, y también única, en su carrera profesional. El presupuesto que consiguió reunir para esta película superó por muy poco los 30.000 dólares, cifra que no era nada en comparación a lo que suponía una producción media en aquellos años, y esto se percibe en muchos momentos de la película.
Para empezar, el reparto es poco conocido o, directamente amateur. Incluso el propio Harvey se toma la libertad de asumir uno de los papeles más relevantes. Pero El carnaval de las almas cuenta con otros aspectos que nos dejan entrever la escasez de recursos y la consecuente abundancia de creatividad.
Entre los más evidentes, la falta de efectos especiales o recursos visuales de complejidad. A diferencia del cine de terror más actual, que muchas veces se fundamenta en dichos recursos técnicos, aquí –o en La noche de los muertos vivientes, por volver a un ejemplo similar–, prácticamente se huye de ellos. Y no hacen falta, no se echan de menos.
La percepción de miedo o terror se acrecienta por otra de las consecuencias de la austeridad económica. Y es que hay muchas escenas que están rodadas en localizaciones completamente naturales y casuales. Tanto, que algunas de ellas surgieron tan espontáneamente que ni siquiera tenían permisos para rodar. Parece que, para no gastar un dinero que se podía invertir en otras cosas, Harvey optó por la máxima de pedir perdón antes que pedir permiso, y esto le añade un toque muy especial y atractivo, al menos a los ojos del cinéfilo actual.
Recepción y crítica de El carnaval de las almas
Como película independiente que era y con escasos medios para su distribución, se entiende que los primeros resultados no fueran demasiado vistosos. Tampoco es que las ambiciones fueran muy altas, por lo que la palabra que mejor define a El carnaval de las almas durante sus primeros tiempos es discreta o desapercibida.
Como nota curiosa, en su estreno en Estados Unidos no se incluyó ninguna nota de copyright, por lo que pasó automáticamente al dominio público allí, a diferencia de Europa, donde sí conservó sus derechos de autor.
Al carecer de una distribución consistente en la gran pantalla y no existir aún un mercado doméstico de vídeo o televisión por cable, fueron las estaciones locales de televisión las encargadas de emitir El carnaval de las almas. Esto motivó dos hechos: que la película fuera convirtiéndose en un título de culto, que la gente aplaudía por su calidad a pesar de resultar bastante desconocida; y que en cada televisión se hiciera una edición diferente, con el fin de encajarla en su parrilla de programación.
El metraje más habitual de El carnaval de las almas es de unos 78 minutos, con alguna escena suprimida que, en el montaje del director, sin cortes, que tiene 6 minutos más, sí está presente. Esta edición es la más apreciada por los que han podido verlas y compararlas todas, pero no es tan accesible como otras.
El carnaval de las almas como título de culto y clásico de Halloween
Actualmente, El carnaval de las almas está considerada como una película de culto debido a su peculiar historia de producción y distribución. A su vez, también suelen incluirla en las típicas listas de mejores películas de terror clásico o de terror independiente. Y, por supuesto, hay mucha gente que hace un visionado anual de El carnaval de las almas cuando llegan las fechas otoñales de Halloween.
Por mi parte, El carnaval de las almas tiene un hueco en la mejor parte de mi videoteca. Pocas películas tienen una trayectoria tan particular e interesante, desde emisiones nocturnas en televisiones locales a influir en directores de la talla de Romero, Lynch o Shyamalan.
Espero que te haya gustado esta reseña y que, si aún no has visto El carnaval de las almas, puedas hacerlo pronto. En el caso de que ya la conozcas, espero tus comentarios por aquí o a través de mi cuenta de Twitter, donde suelo publicar frecuentemente contenidos relacionados con películas que veo y me gustan.