Hay momentos en los que la inspiración llega, los medios existen, y parece que sale todo rodado. Eso es, más o menos, lo que le sucedió a Mel Brooks y Gene Wilder a la hora de escribir el guión de El jovencito Frankenstein, en 1974.
Con una base estupenda, como es la historia de Frankenstein, que ya había sido llevada al cine en 1931, Brooks se puso a cavilar de la manera que mejor sabía, creando una parodia del cine de terror y, de paso, una comedia que ya ha pasado al estatus de culto después de cuatro décadas.
El doctor Frederick Frankenstein (Gene Wilder), que es descendiente del famoso científico de principios de siglo XX, recibe en herencia el castillo de su antepasado y, aunque en principio se muestra reacio, finalmente se decide a continuar con las investigaciones de éste para revivir un cuerpo ya fallecido. Para ello, en la nueva casa cuenta con la ayuda de Inga (Teri Garr) e Igor (Marty Feldman), que eran antiguos empleados del viejo científico.
Estos tres personajes, junto con el del propio monstruo (Peter Boyle), son los más significativos de esta simpática película. Están bien construidos y estructurados sobre determinados chistes y chascarrillos que incluso han pasado al lenguaje coloquial y que, por su trascendencia en el género, también han recibido distintos homenajes y parodias en obras posteriores.
El presupuesto con el que contó Mel Brooks para esta producción no fue excesivamente alto, lo cual facilitó su amortización en taquillas, y no sólo eso, sino que superó con creces las expectativas creadas en torno a ella. El jovencito Frankenstein supuso la consolidación del estilo propio que Brooks había ido desarrollando en sus años como guionista y es, probablemente, su mejor película. De hecho, él mismo la considera su película favorita, después de haber escrito y dirigido otras cintas míticas, como La loca historia del mundo, o la simpática Spaceballs (La loca historia de las galaxias).
Actualmente, El jovencito Frankenstein sigue siendo una de las comedias de referencia a la hora de hablar del género en términos históricos. No sólo es un título bien conocido por los amantes al género humorístico, sino que está bien considerada por gran parte del público, y sigue presente en todas esas clasificaciones y listas que se hacen sobre las mejores comedias o sobre las películas más divertidas.
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