El mago de Oz es una película musical dirigida en 1939 por Victor Fleming y protagonizada por Judy Garland. Basada en una historia de L. Frank Baum, y con música de Harold Arlen, supuso toda una revolución en su época.
La originalidad del argumento, destinado a un público familiar, y lo fantástico de las situaciones ya presagiaban que El mago de Oz no iba a ser una película que pasara desapercibida. A esto, hay que añadirle dos elementos que, sin duda, fueron tremendamente significativos: la música y el color.
Trasladar una historia a un mundo imaginado donde las coloristas descripciones acusan tanto protagonismo requería un esfuerzo impensable hasta entonces. A pesar de que ya había habido grandes producciones en color, es en El mago de Oz donde éste se vuelve un poderoso elemento argumentativo. Si lo pensamos, ¿cuánto habría tenido que cambiar la historia para funcionar de no haber existido los requerimientos técnicos para grabar y emitir en color?
La fábula de El mago de Oz nos narra la historia de Dorothy, una joven huérfana que vive con sus tíos en Kansas. Pero un tornado arrasa esa zona y Dorothy acaba apareciendo en una misteriosa tierra habitada por seres extraños y controlada por las brujas buena y malas.
Dorothy busca la manera de volver a su casa, y la bruja buena le explica que tiene que seguir el camino de las baldosas amarillas,
donde se encontrará a fantásticos amigos como el Espantapájaros sin cerebro, el León sin valor, y el Hombre de Hojalata que no tiene corazón. Se supone que, al llegar al final del camino, Dorothy conseguirá encontrar al Mago de Oz, y éste la llevará de vuelta a casa. La película fue recibida positivamente en su día, tanto por el público como por la crítica. Pero bien es cierto que, para su época, los costes de producción fueron tan extremadamente altos que no pudieron ser amortizados hasta pasados más de diez años y varios reestrenos en salas de cine.
Para cualquier cinéfilo de hoy en día, esta película se ha convertido en un título respetado y reconocido como una de esas genialidades excéntricas que a nadie se le ocurriría hacer ahora en los términos en los que se hizo entonces. Lo que es bueno, al final acaba dando sus frutos, y como todas las buenas películas de culto, El mago de Oz terminó por recibir el reconocimiento que se merecía.
Como propina, una canción más que mítica, Over the rainbow. Pocas melodías tan universales han sido creadas explícitamente para una película. Cómo no, hay que disfrutarla, y qué mejor que un sábado en familia.
Puede ser que Dorothy es uno de los personajes que más cambian pero creo que son giros muy interesantes
Completamente de acuerdo, Lucy. Muchas gracias por pasarte por aquí!