El secreto de la pirámide

El secreto de la pirámide

El secreto de la pirámide (Young Sherlock Holmes) es una de esas películas que pocos calificarían de obra maestra. Tampoco fue el gran bombazo de taquilla en su momento. Y ni mucho menos contaba con un reparto espectacular plagado de estrellas.

Sin embargo, décadas después de su estreno, sigue en la retina de todos los que la vieron con la edad adecuada; esto es, infancia, adolescencia y cualquier otra edad en la que se apueste por el cine como una vía de escape para un entretenimiento sano, divertido y constructivo.

Algo tendrá El secreto de la pirámide ­–y no es la única de su género–, que ha conseguido sobrevivir tanto tiempo. Muchas veces pensamos en que la década de los 80 del siglo pasado fue especialmente rica en títulos de este estilo, en comparación con los últimos tiempos. No sabemos si era por una abundancia de talento que ya no hay, o porque el público demandaba cintas de este tipo y ahora ya no.

Probablemente sea lo primero, ya que la aparición de algunos títulos puntuales como la película Super 8 o la serie Stranger Things, sí que tratan de recoger ese testigo. Un testigo del cine juvenil de aventuras, misterio, acción y comedia que, si se realiza acertadamente, significa éxito instantáneo.

El secreto de la pirámide

El secreto de El secreto de la pirámide

Para averiguar cuál es la clave de que El secreto de la pirámide siga funcionando como el primer día, lo primero que nos apetece es echarle un vistazo a su director, Barry Levinson. Podríamos decir que estamos ante uno de los directores con mayor talento de las últimas décadas. Sin ser de los más famosos, su nombre le suena a prácticamente todo el mundo y los cinéfilos habituales conocen bastante bien su filmografía.

No es de extrañar, ya que atesora películas tan variadas en estilo como eficaces y resultonas: Good Morning, Vietnam, Rain Man, Cortina de humo (Wag the Dog) o Sleepers son una muestra perfecta de su poder.

Por otro lado, también podemos decir que hay un guion muy inteligente. Los personajes, aunque están basados en los grandes caracteres creados por Arthur Conan Doyle, se adaptan perfectamente a su edad aquí. El joven Sherlock Holmes, al igual que el joven Watson, es muy coherente con la imagen que tenemos de su persona adulta.

Chris Columbus, al que podemos considerar un experto en sacarle partido a este tipo de historias juveniles, supo dónde pinchar para sacar todo el jugo. Un poco similar, aunque de modo más maduro, lo haría años después con las primeras películas de Harry Potter…

El resultado de esta combinación es lo que disfrutamos en pantalla. Un compendio de escenas en las que siempre hay un puntito de tensión, aunque sea cómica. El humor no es agresivo ni caduco, y la acción es lo suficientemente emocionante como para seguir funcionando incluso con un montaje que muchos podrían considerar anticuado hoy, pero que encaja con el estilo conjunto de la película.

¿Y Steven Spielberg?

Su nombre suele aparecer cuando se habla de El secreto de la pirámide, ya que figura como Productor ejecutivo en los créditos. Este título muchas veces es ajeno a la producción de campo, sin que intervenga en aspectos de los denominados artísticos o creativos de la película. Pero podríamos decir que no es el caso.

El papel de Spielberg en El secreto de la pirámide resulta más activo que el de un productor ejecutivo habitual, algo que se debe, principalmente, a la excelente relación profesional que mantenía por aquellos con Chris Columbus. De hecho, éste ya había guionizado Gremlins y Los Goonies, dos ideas originales de Spielberg que tuvieron gran éxito en la taquilla y que, al igual que ésta que tratamos, permanecen como títulos de culto para los cinéfilos más ochenteros.

Si alguno quiere ver la mano directa de Spielberg en esta película, solo tiene que echar un vistazo a la enorme calidad de los efectos especiales, algo característico siempre en las películas de este director. De hecho, aquí fue probando algunas de las cosas que luego iría perfeccionando hasta lograr la que puede ser una de sus obras cúlmenes en este sentido: Parque jurásico (Jurassic Park, 1993)

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Pero ¿de qué va El secreto de la pirámide?

Tanto rollo y, los que no hayáis visto la película todavía, os estaréis preguntando cuál es el argumento de la misma, para decidir si verla. Pero, con lo que hemos contado y sabiendo qué otras películas se podrían encuadrar en el mismo género, ya os iréis haciendo una ligera idea.

Aquí, nos encontramos a un joven Sherlock Holmes (Nicholas Rowe) que, justo al conocer a otro joven estudiante llamado John Watson (Alan Cox), se ve involucrado en una intrigante trama que comienza con unos misteriosos suicidios en ese Londres tan atractivo de la era victoriana y que termina suponiendo una trama muy macabra, perfecta para un detective como el inglés.

Otras curiosidades y atractivos de El joven Sherlock

Aunque pueda parecer lo contrario hoy en día, la rentabilidad de esta película no fue tan grande en las salas de cine. De hecho, la recaudación estimada global en la gran pantalla apenas cubrió el presupuesto dedicado a la misma. Cierto es que, tantos años después, y con un éxito más considerable en el mercado casero, no creemos que haya supuesto ninguna ruina para sus productores.

El secreto de la pirámide

Gran parte de la inversión, teniendo en cuenta que no hay un reparto con estrellas de grandes sueldos, se la llevaron los efectos especiales. Especial mención se merece ese caballero de la cristalera, algo que fue todo un boom para la época, aunque hoy en día nos parezca algo normalito.

También hay que prestar atención a la escena que cierra la película. Nos referimos a la escena después de los créditos, algo que los espectadores de los años ochenta no tenían por común y que también resultó, relativamente, innovador. Y es que El secreto de la pirámide no fue la primera película en incluir una escena de este tipo, pero sí que se llevó gran parte de la fama al respecto.

¿Para quién es recomendable El secreto de la pirámide?

Sinceramente, no conozco a nadie al que le haya oído o leído malas palabras acerca de esta película. Es cierto que pueden influir recuerdos de la infancia y juventud, o que algunos la tengan idealizada sin haberla visto en muchos años.

Podríamos decir que El secreto de la pirámide está especialmente indicada para espectadores jóvenes de todas las generaciones. Es decir, incluso un chaval actual puede disfrutarla enormemente. Pero también lo harán aquellos que la vieran en su momento, tanto cuando se estrenó como en los años posteriores. De hecho, no es extraño encontrar a gente que la incluye entre las películas que más veces ha visto en su vida. ¡Por algo será!

 

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