Mi adorado y admirado Pelicultista me lanzó un desafío sobre Joseph Cotten y el Teatro Mercury. Como soy muy aragonés, era inevitable que todo terminara de esta manera.
He optado por dividir el desafío en tres etapas. En la primera me centraré en Joseph Cotten, un actor por el que siempre he sentido pasión y al que creo que la historia ha tratado con poco cariño. La segunda introducirá el Teatro Mercury. Personalmente creo que es la parte más curiosa de este texto. Finalmente, en la tercera parte, resolveré la relación de Cotten con el citado Teatro y, particularmente, con Orson Welles.
Joseph Cotten
No me gusta demasiado dar datos que pueden encontrarse en bases de datos tales como IMDb o Wikipedia, por lo que trataré de explicar mi adoración por Cotten a través de las películas.
Mi primer contacto con Cotten no fue, como podría ser previsible, en Ciudadano Kane, sino en La sombra de una duda de Hitchcock. Me impactó sobre todo la dualidad de los personajes principales, llamándose ambos Charlie, lo que nos envía un mensaje sobre la polaridad asociada con roles evidentes del Bien y del Mal. Me enamoré profundamente del personaje de Cotten. Porque con encanto, buenas maneras y un despliegue de afectividad casi ostentosa, oculta esa “otra cara”. Vi esta película de muy niño y no creo que captara todos los matices y aun así, es una de las películas que más me ha impactado desde siempre.
Por supuesto, Ciudadano Kane. Vaya por delante que soy admirador de la obra de Welles, pero él como persona es otra cosa. Debía ser difícil de tratar y complicado trabajar con él. El personaje de Leland (Cotten) en Ciudadano Kane me encanta. En mi opinión es quien lleva todo el peso, toda la historia se comprende porque es este personaje el que hace de “cámara” (existe la teoría de la superposición de la mirada del espectador con el marco de la cámara y, en este caso, sería el personaje de Leland, en mi opinión). Cotten me parece en todo momento un personaje creíble, normal y que me convence de que es un periodista investigando a William Randolph Hearst-Charles Foster Kane.
El Tercer hombre creo que es una obra magistral. De las películas más complejas que he visto. Cuando pienso en el personaje de Joseph Cotten, Holly Martins, al que te dejan claro desde el principio que es una persona tirando a mediocre (escritor de novelas Pulp, baratas y de poca calidad), me imagino a Galahad o Perceval. Me imagino a un caballero de la Tabla Redonda buscando el Grial y que, cuando por fin consigue encontrarlo (a su amigo Harry Lime), descubre que es una copa llena de un veneno ponzoñoso que destruye el mundo a su alrededor.
Que la historia se ubique en Viena justo tras la Segunda Guerra Mundial a mí me sugiere el Camelot degradado cuando el Rey Arturo ha sido herido (no me pregunten la razón, es lo que me sugirió la película). Como detalle final, Graham Greene, el escritor del libro, era muy amigo del agente doble Kim Philby, y se dice que el personaje de Orson Welles está basado en este. La ironía es que cuando Philby fue descubierto, se le conocía precisamente como El Tercer Hombre.
Jennie fue el título de Portrait of Jennie (Retrato de Jennie) en España y, les abro mi corazón, uno de los momentos más emocionantes, felices, tristes y románticos de mi vida. Amor instantáneo por Jennifer Jones (dos actrices marcaron mi niñez estando locamente enamorado de ellas: Jean Simmons, Grace Kelly y Jennifer Jones). La película es PRECIOSA y las recomiendo verla todas las veces que puedan. Cotten no hace su mejor actuación, pero el conjunto es maravilloso.
Luz que agoniza (que en realidad debería haberse traducido como “Luz de gas”, que a parte de ser más fiel al título en inglés, tiene mucho más que ver con la historia) no es una de mis películas favoritas, pero el personaje de Cotten representa al rol del protector, el arquetipo del Guardián, y me fascina. Más que los protagonistas (Bergman y Boyer).
Quiero hacer una referencia también a Duelo al sol, con mi amada Jennifer Jones y mi admirado Gregory Peck o a Niágara, con Marilyn Monroe. Valen la pena y son necesarias.
No me voy a extender más sobre películas concretas, pero sí quiero dejarles una pregunta: ¿en qué película en la que un actor interpreta inverosímilmente a un mexicano aparece Cotten haciendo de forense?
El Teatro Mercury
Cotten y Welles eran amigos. Muy amigos. Y es fascinante que una persona como Welles –un pieza–, siempre afirmó que era su actor favorito. Esto tiene una trascendencia importante si lo comparamos con las opiniones que Welles vomitaba sobre casi todos los demás actores y actrices (malas o atroces). Orson Welles se irritaba con facilidad y era especialmente expresivo opinando sobre la gente que no le gustaba.
La idea del Mercury Theatre (Teatro Mercury, Teatro Mercurio) fue creada por John Houseman y Orson Welles. Houseman había visto a Welles en una versión teatral de “Romeo y Julieta” y quedó convencido de que era el único actor posible para su siguiente proyecto. Allí surgió una relación que fue el germen de un equipo tremendo de profesionales del teatro y del cine.
Houseman ya había lanzado su Negro Theatre, que se integró en el Federal Theatre Project (una iniciativa para dar trabajo a actores y profesionales del teatro en paro) cambiando el nombre a Negro Theatre Unit, lo que, finalmente, se convertiría en el Teatro Mercury cuando Houseman y Welles se separaron de la iniciativa federal de empleo.
Los críticos estaban enloquecidos con ellos. En distintas críticas y artículos se les denominaba como “los más jóvenes y más inteligentes” o “los más creativos” o, sobre todo, audaces. Es altamente recomendable la lectura del Plan for a new theatre.
Entre muchas otras obras, el teatro Mercury fue responsable de La guerra de los mundos en la radio. Es harto conocida la historia: al ser en directo y en tono de falso documental, mucha gente creyó que la historia era real y entraron en pánico pensando en una invasión extraterrestre. Archive.org tiene la grabación original aquí.
¿Por qué es importante el Teatro Mercury en este artículo sobre Joseph Cotten? Porque alrededor de Houseman y Welles se creó una comunidad de actores y profesionales del cine de primer nivel. Tras la emisión de “La guerra de los mundos” y sus efectos en la sociedad estadounidense, George Schaefer, presidente de RKO, contactó con Welles y le ofreció un acuerdo para controlar completamente tres películas. Completamente. Es decir, escribir, producir, dirigir y actuar en esas tres películas. La única condición fue que, si el presupuesto superaba los 500.000 dólares, RKO tendría que aprobarlo. El propio Welles afirmó que nadie desde Erich von Stroheim había tenido tanta libertad artística.
Y, naturalmente, lo primero que hizo Welles es traer a todo el equipo del Teatro Mercury para filmar, claro, Ciudadano Kane (hubo un par de ideas previas que no se concretaron totalmente).
¿Por qué Joseph Cotten, Welles y el Mercury?
Ya era un miembro más, con mucha influencia, del Teatro Mercury cuando el acuerdo con RKO los llevó a todos a Hollywood. Así que era una incorporación natural al elenco de Ciudadano Kane. Además, era una de las pocas personas que contaban con el respeto de Orson Welles; esto que le otorgaba cierta ascendencia y capacidad de calmar al “ogro Welles”.
La confianza de Welles en Cotten era de tal calado, que llegaron a escribir juntos el guion de Jornada de terror (Journey into Fear, en inglés) o de la magistral El cuarto mandamiento (The Magnificent Ambersons). En ambos casos, por unas razones o por otras, Welles terminó renegando de ellas, pero Cotten permaneció en los créditos. ¡Y merecidamente!
No creo que sea especialmente interesante definir a nuestras referencias por sus vidas personales (a veces son heroicas, a veces son miserables), pero sí creo que es curiosa la anécdota de cómo Cotten le plantó cara a la todopoderosa e intocable Hedda Hopper, llegando incluso a darle una patada en el culo a esta por debajo de una silla (lo que le granjeó una paliza). Hopper, en su estilo, había esparcido un rumor sobre Cotten y Deanna Durbin enfadando a Cotten (si el rumor era o no cierto, es un tema para debatir).
Joseph Cotten no era solamente un actor. Era otra fuerza de la naturaleza como podía serlo Welles. Con un estilo más educado y calmado, más tranquilo, por supuesto, pero una fuerza de la naturaleza.