Koyaanisqatsi: Live Out of Balance es un documental de 1983 dirigido por el realizador y productor norteamericano Godfrey Reggio en compañía del director de fotografía y editor Ron Fricke. Se trata de la primera parte de la trilogía titulada Qatsi, que se completó en el año 2002.
Koyaanisqatsi está considerado por muchos críticos y realizadores un documental de culto debido a su carácter experimental y visionario. De hecho, en el año 2000 fue seleccionado para su conservación en el registro de películas de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.
¿Qué tiene de especial Koyaanisqatsi?
No tiene diálogos ni narración, sino que se trata únicamente de un montaje de imágenes y música. En dicho montaje se hace un uso intensivo del timelapse y la cámara lenta. Ambas técnicas se entremezclan formando un poema visual de gran intensidad.
El rodaje y la posproducción de Koyaanisqatsi se prolongó durante casi una década debido al escaso presupuesto con el que contaban sus autores. Para el mismo emplearon tanto película de 16m. como de 35mm. Además, se inventaron sus propios mecanismos para la realización de los espectaculares timelapses. También rodaron muchas tomas aéreas (desde helicópteros claro, porque aún no existían los drones).
Dado que no había un guion definido, se dedicaron a rodar escenas que les parecían visualmente interesantes.
En el documental se muestran principalmente imágenes de procesos industriales, rascacielos, grandes masas de gente y enormes autopistas repletas de coches. También destacan algunas tomas aéreas de paisajes, explosiones nucleares, así como el despegue y posterior accidente de un cohete espacial.
En algunos momentos se intercala una interesantísima galería de retratos de personas comunes en aquella Norteamérica de los años ochenta.
El significado de Koyaanisqatsi
El propio director aseguró en su momento que el documental solo pretende reflejar la vida en un mundo tecnológico. El espectador debía sacar sus propias conclusiones sobre el significado del mismo. Pero es inevitable llegar a la conclusión de que se trata de una crítica al modo de vida humano, el hiperdesarrollo tecnológico y su impacto sobre el medio natural.
Según aparece en los propios créditos, Koyaanisqatsi es un vocablo de la lengua Hopi que significa “vida confusa, alocada, inestable y en desintegración, que reclama otra forma de vivir”. Además, esta definición se acompaña en los momentos finales de la traducción de una serie de profecías Hopi que se cantan en la película:
-“Si extraemos cosas preciadas de la tierra, estamos invitando al desastre”.
-“Cuando se acerque el Día de la Purificación, el cielo se cubrirá de telarañas”.
-“Un contenedor de cenizas podría caer algún día del cielo, el cual quemará la tierra y hervirá los océanos”.
La música en Koyaanisqatsi
Mención aparte merece la magistral banda sonora del documental a cargo del compositor Philip Glass, considerado uno de los músicos más influyentes del siglo XX. Durante su extensísima carrera profesional, ha compuesto decenas de óperas, música para teatro y bandas sonoras de televisión y de algunas películas míticas como La colina de la hamburguesa o El Show de Truman (por la que fue premiado con un Oscar). En Koyaanisqatsi, la música es el hilo conductor y desde el inicio marca el tono y el ritmo que llevará la película.
Como anécdota cabe destacar la aparición en los títulos de crédito de Francis Ford Coppola. Aunque éste no participó directamente en la producción, pudo asistir a una proyección privada en la cual quedó muy impresionado y tras la cuál se ofreció a colaborar en la presentación de la cinta. No hay duda de que contar con un padrino así es una garantía de éxito.
Ante la fiebre actual de timelapses, cámaras digitales y drones, Koyaanisqatsi se revela como un documental adelantado a su tiempo, cuya técnica y estilo parecen más propias de este siglo.
Una pieza de obligado visionado para todos los creadores audiovisuales.