La profecía es una película dirigida por Richard Donner en 1976 y está protagonizada por Gregory Peck y Lee Remick. Considerada como una de las películas de terror más logradas de la historia, hoy en día hay mucha gente la admira por sus impactantes imágenes, por sus grandes interpretaciones y, sobre todo, por lo que influyó en un tipo de terror que iba más allá de lo físico.
La profecía del fin del mundo
Robert y Katherine son un matrimonio cuyo hijo nace muerto. Para que la mujer no sufra con esta noticia, Robert suple al bebé fallecido por un niño huérfano que, en realidad, tiene un origen más que siniestro. Esto se revela a los pocos años, cuando se descubre que el pequeño Damien es el Anticristo y la gente que se encuentra a su alrededor comienza a sufrir las consecuencias.
Al principio, las muertes pueden parecer casuales, pero el número cada vez mayor de gente que pierde la vida y que tenía algún vínculo con el niño hace que Robert abra los ojos y entienda que, para evitar el fin del mundo, hay que matar a Damien.
El cine de terror de los años setenta
Los años setenta supusieron un gran avance en el cine de terror. Éste era un género que se venía trabajando desde incluso los primeros años del cine mudo, ya que funcionaba muy bien visualmente. Por lo tanto, no se puede decir que no hubiera películas de terror en los comienzos del séptimo arte y durante las décadas posteriores
Desde algunos títulos como M, el vampiro de Düsseldorf, de Fritz Lang a otros súper clásicos como Nosferatu o Frankenstein, pasando por todos esos títulos tan típicos de los cincuenta y sesenta como La mosca, de Kurt Neumann, La momia, de Terence Fisher, o, mucho más arriba, Psicosis (Psycho. Alfred Hitchcock, 1960), que está considerada actualmente como una de las mejores películas de terror de la historia.
Pero con la llegada de los últimos años sesenta y la aparición de un título tan de culto como La semilla del diablo (Rosemary’s Baby. Roman Polanski, 1968), muchas cosas cambiaron. El terror con el director polaco empezaba a ser mucho más psicológico, y esa presencia del maligno incluía un nuevo jugador en la partida, que no se mostraba en primera persona y, a partir de aquí, a veces ni siquiera se presentaba.
La profecía tuvo esa fuerza a la hora de hacer sentir al espectador un peligro casi omnipotente, como también lo hacía El exorcista (The Exorcist. William Friedkin, 1973). El terror sobrenatural se ponía de moda y el desarrollo del subgénero culminaba en multitud de películas censuradas, pero igualmente apreciadas por el público más fiel.
Para los curiosos y aficionados a este tipo de cine, resultarán imprescindibles otros títulos como El resplandor (The Shining. Stanley Kubrick, 1980), Carrie (Brian de Palma, 1976) o Al final de la escalera (The Changeling. Peter Medak, 1980).
El empujón para que Richard Donner triunfara en Hollywood
No se puede decir que el director de La profecía, Richard Donner, fuera un desconocido. A mediados de los setenta del siglo pasado ya acumulaba decenas de trabajos detrás de la cámara, aunque la inmensa mayoría para la pequeña pantalla.
De todas maneras, al no ser un novato en la dirección y contar con una historia y un reparto más que interesantes, Donner aprovechó la oportunidad y se labró una filmografía repleta de títulos legendarios que muchos quisieran para sí.
La película que siguió a La profecía fue Superman (1978). Casi nada. Y, ya en los ochenta, las maravillosas Lady Halcón (Lady Hawke, 1985), Los Goonies (The Goonies, 1985) y la saga de Arma letal (Lethal Weapon, 1987), que tuvo su segunda parte en 1989 y, posteriormente, continuó en los noventa y hoy en día tiene su adaptación como serie de televisión.
Entre todo esto, películas de menor categoría, pero igualmente entretenidas, como Su juguete preferido (The Toy, 1982) con un divertidísimo Richard Pryor en plena forma, o Los fantasmas atacan al jefe (Scrooged, 1988), protagonizada por Bill Murray y que es todo un clásico para ver en Navidad.
¿Fue La profecía un pacto con el diablo?
Los asuntos que tienen que ver con el demonio no suelen gustar a muchos artistas. Más de uno rechazó trabajar en La profecía por el tema que trataba, y esto era más que una superstición; era verdadero miedo. Aunque Donner no fuera un desconocido, hay que darse cuenta de que un proyecto de esta envergadura era atractivo para muchos nombres más potentes por entonces. Pero ninguno quiso hacerse cargo.
Pocos se podían imaginar entonces el enorme éxito que iba a tener esta película. Su recaudación en taquilla fue millonaria contando solo lo percibido en Estados Unidos, y al distribuirse fuera de sus fronteras esto creció exponencialmente.
Pero, para muchos, el éxito comercial y crítico de La profecía se debió a un pacto con el maligno, y el peaje que hubo que pagar fue, además del modo de contar la historia, muchos sucesos que pusieron los pelos de punta a protagonistas, acecharon a trabajadores e, incluso, acabaron con la vida de alguno de ellos.
Esto ya parece nota común en todas aquellas películas de miedo que jueguen con el diablo, sobre todo con las más exitosas. Y aunque muchos digan que es simple cuestión de probabilidad, en el caso de La profecía se quedó en el imaginario colectivo y ayudó a agrandar la fama de una de las películas más terroríficas de la historia.
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