La vida de Brian es la tercera película de Monty Python y supuso, no sólo la obra culmen de sus creadores, sino una de las mejores comedias de la historia.
Estrenada en 1979 en Inglaterra, nos cuenta la historia un joven judío que nació el mismo día y en el mismo lugar que Jesús de Nazaret. Debido a esto, sufre numerosos paralelismos y confusiones con su figura y, por lo tanto, graves problemas.
La vida de Brian no tuvo unos comienzos fáciles. Su controvertido guión provocó que EMI renunciara a financiarla días antes de comenzar el rodaje, y fue George Harrison, amigo personal de los Python, quien se ofreció para salvar el proyecto. El ex Beatle llegaría a decir que produjo la película porque le apetecía verla, lo que más tarde se denominaría como la entrada de cine más cara de la historia. Afortunadamente, recuperó con creces los tres millones de libras que invirtió, ya que, sólo en Estados Unidos, esa cifra se multiplicó varias veces.

Parte de este gran éxito se debió a las protestas de grupos religiosos y conservadores en Europa y Estados Unidos, lo que llevó incluso a su prohibición en Noruega. Hoy en día, este humor no resulta tan agresivo, pero la envenenada sutileza con la que aborda determinados temas hizo que muchas personas se opusieran a ella en su día.
Para empezar, Brian es hijo de una feminista judía y un soldado romano. A pesar de ello, desarrolla un profundo odio hacia los romanos y dedica su vida a la lucha por la independencia de su pueblo. Involucrado en el Frente Popular de Judea, pronto comienzan sus problemas con los opresores y, también, con otros grupos independentistas que prefieren pelear entre sí antes que oponerse al invasor. Finalmente, el infortunio que maltrata a Brian durante toda su vida le lleva también a terminar sus días crucificado, cerrando así el paralelismo de su vida con Jesús.
El papel de Brian lo interpreta Graham Chapman, en lo que fue un gran trabajo a pesar su fuerte adicción al alcohol en esos días. Además, también actúa en otros pequeños papeles, aunque no tanto como sus compañeros de grupo. Éstos, al no tener un rol protagónico tan fuerte, diversifican sus actuaciones en varios personajes a cada cual más divertido. En una sucesión de sketches perfectamente hilados, Eric Idle, Michael Palin, Terry Jones, Terry Gilliam y John Cleese nos alumbran con su ingenio y despiertan numerosas carcajadas con situaciones tan inverosímiles que parecen reales. Los momentos sobre Pijus Magnificus, o las cien pintadas por escribir mal en latín, por poner algún ejemplo, son geniales.
Pero la secuencia más famosa es la que pone fin a la película, con Brian crucificado, y su compañero en la cruz cantando Always look on the bright side of life. Sin duda, un momento inolvidable y de los más conocidos en la historia reciente del cine.
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