Matar a un ruiseñor (To Kill a Mockingbird) es una de esas obras maestras que nos ha traído el cine de la mano de la literatura. Dirigida por Robert Mulligan en 1962, y protagonizada por el mejor Gregory Peck que nos podamos imaginar, su argumento bebe directamente de una novela homónima escrita por Harper Lee.

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Atticus Finch (Peck) es un abogado viudo que vive en un pueblo del sur de Estados Unidos junto a sus dos hijos. El ambiente social en el que vive se enmarca en los problemas raciales que surgen como consecuencia de la gran depresión que ha asolado duramente a esos territorios. Y, en este contexto, Atticus decide defender legalmente a un joven negro que ha sido acusado de violar a una chica blanca. Esto le traerá problemas entre sus vecinos, pero él seguirá adelante creyendo no sólo en la inocencia de su defendido, sino en unos valores de justicia y coherencia que parecen olvidados por gran parte de la sociedad.

La grandeza de Matar a un ruiseñor no sólo reside en una historia que está contada, desde las páginas del libro, de una manera magistral y sincera, sino en un personaje que, desde entonces, ha servido como ejemplo de rectitud y nobleza y que, para todos los cinéfilos, es el que asentó definitivamente la figura de Gregory Peck como un actor de referencia. Porque, si bien es mucho el trabajo ya hecho por Harper Lee a la hora de describir a Atticus Finch, pocos actores lo podrían haber ejecutado como Peck lo hizo.

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Y eso que, antes de a él, los productores habían tocado a Rock Hudson y a James Stewart, los cuales podrían haber encajado bien en ese rol, pero ambos descartaron participar en un proyecto que ocasionaba muchas dudas entre todas las partes involucradas. La razón es que, a pesar de que Matar a un ruiseñor era una novela con una calidad indiscutible, los grandes estudios pensaban que no tenía el desarrollo adecuado para funcionar en la gran pantalla.

Por fortuna, el pragmatismo técnico de Mulligan, así como la presencia de Peck, hicieron que la película sí funcionara como producto audiovisual. No sólo eso, sino que se convirtió en un gran éxito de taquilla, con un público atraído por la fama de la historia en que se basaba y, también, por su gran estrella protagonista que, por fin, se haría con el Oscar a mejor actor.

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No fue éste el único galardón que Matar a un ruiseñor se llevó de la Academia, ya que también venció en la categoría de guión adaptado y de dirección artística, además de tres Globos de Oro y otros reconocimientos en distintos festivales.

Matar a un ruiseñor fue la única novela publicada por Harper Lee, que, después de todo el reconocimiento y la fama adquirida, se retiró de la vida pública hasta que, recientemente, se ha anunciado la publicación de una secuela, más de cincuenta años después. Desconocemos la calidad de la misma, pero no descartamos que fácilmente sea convertida a película. Ya se sabe cómo funcionan estas cosas.

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