perdicion double indemnity

Perdición

Perdición (Double Indemnity) es una película dirigida por Billy Wilder en 1944, y protagonizada por Fred MacMurray, Barbara Stanwyck y Edward G. Robinson. A diferencia de muchas otras famosas películas de Wilder, ésta pertenece al género del cine negro, pero, en similitud a casi todas las películas del mismo director, es una obra de referencia para todos los amantes del cine.

perdicion double indemnity posterEscrita a partir de una novela de James M. Cain, conocida en español como Pacto de sangre (también Double Indemnity en inglés), que, a su vez, estaba inspirada en unos hechos reales sucedidos en Nueva York en la década de los veinte, Perdición nos cuenta la historia de una pareja de amantes que decide asesinar al marido de ella con el fin de cobrar la suculenta indemnización que les iba a proporcionar el seguro de vida que había suscrito.

Para la adaptación cinematográfica, Wilder quiso contar con Cain, pero finalmente escribió el guión con Raymond Chandler. Se dice que acabaron muy mal entre ambos genios, pero el guión que lograron culminar fue brillante, a pesar de que la censura les obligó a cambiar el final, por dejar a los asesinos impunes, no como en la novela ni en la vida real.

Y es que, por aquellos años, no sólo es que estuviera prohibido que los criminales salieran victoriosos en una película, sino que aceptar un papel para encarnar a personajes así era algo que no todos los actores aceptaban. A Wilder le costó convencer tanto a MacMurray como a Stanwyck, aunque hay que agradecerle que lo consiguiera. Los espectadores, por supuesto, por la gran labor que hacen y que Wilder retrata a la perfección. Y los mismos actores, ya que éstos fueron unos papeles más que cruciales en sus películas y por los que son muy recordados hoy en día.

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Las críticas periodísticas fueron muy positivas, y la acogida del público también fue muy buena en su estreno, a pesar de que también había personas que hacían campaña en su contra, pidiendo a la audiencia que boicoteara una película de baja calidad moral, según sus criterios. Pero estas campañas, unidas al morbo que proporcionaba ver en la gran pantalla una historia real que había sacudido a la sociedad años antes, no hicieron más que acrecentar el mito de Perdición como una obra cumbre del cine negro.

Esta visión llega hasta nuestros días, en que muchos la consideran toda una pionera del género, y una de las  obras cumbres más significativas de Wilder. Unos años después, también firmó otra grandísima como El crepúsculo de los dioses (Sunset Blvd.), confirmando su maestría en lo que al Film Noir se refiere. Pero Perdición fue la primera, la que marcó el antes y el después, y por eso la recordamos aquí hoy.

 

5 comentarios

  1. Es inevitable pensar en Perdición cuando piensas en cine negro, y también inevitable pensar en una Femme fatal y no acordarte de Barbara Stanwick en esta película fenomenal. Un auténtico clasicazo de visión obligada.

    1. pelicultista dice:

      Suscribo tus palabras, Ramón! Un abrazo.

  2. bravo, bravo y bravo!!!

    1. pelicultista dice:

      Me alegro de que te haya gustado!

  3. Luis Betrán dice:

    PERDICIÓN, 1944 de Billy Wilder

    Cuando en el minuto 3 de “Perdición”, Barbara Stanwyck desciende por aquellas escaleras tan de estilo californiano para uso de cineastas, el arte popular americano lo acabaría constatando como uno de los momentos míticos de más profunda impresión. De King-Kong desnudando pacientemente a Fay Wray a Marilyn con su célebre falda de “The seven year itch”. Esta suntuosa aparición de Barbara en “Double indemnity” figura con derecho propio en el primer ranking de los instantes más intelectuales y elegantemente eróticos del cine de Hollywood. Pero a lo que me estoy refiriendo es a una turbulenta escena – que destrozará a un inane Fred Mac Murray – que es la apertura de un film. Terrible anuncio para un final no feliz. Con tan prometedor punto de partida, Billy Wilder asume perfectamente la mecánica del cine negro desde el ángulo de los parias, punto de vista más inquietante que hacerlo desde esos seguros defensores de si mismos que fueron Sam Spade y Philip Marlowe.

    Si alguna vez se ha dicho del film noir que es una determinada manera de ir a la deriva, “Perdición” cumple esta definición – perfecta en algún aspecto y absolutamente incompleta en otros – al máximo. El clima que sostiene la obra es un juego mortal sobre el alambre. Unos personajes grises, con una astucia que no es sino ridícula concesión de los dioses del destino, suficiente para ser atrapados por la tela de araña e inútil para salir de ella. El mundo de “Perdición”, al contrario que otras de las grandes películas del cine negro, es cerrado y no deja escapatoria. La imposibilidad de la búsqueda de la salida es tanta por ser una historia desarrollada sobre los desdichados protagonistas con la lógica del torniquete – o del pozo y el péndulo, si se prefiere – como por la ausencia de recursos de que son capaces de generar por si mismos. “Perdición” es un noir cotidiano, realista, no es tarea de los dioses del Olimpo. Es pieza de rateros, de asesinos de magazine – el viejo y extinguido diario “El caso” en terrenos cercanos -. Estos personajes carecen de rictus amargo y de la velocidad de los puños y de las pistolas de otros “héroes”. Evidentemente los protagonistas de “Perdición” no moran en ningún cielo.

    Pero ocurre que esa vulgaridad – más acentuada en el hombre que en la mujer – aparece traspasada por ese sueño sin despertar o con un amanecer espantoso encarnado por esa repugnante mantis religiosa tan afortunadamente interpretada por Barbara Stanwyck. Es la intromisión del universo del sueño en la vida cotidiana, cuyo paseo final traerá consigo el crimen y el castigo. Barbara Stanwyck será el hilo conductor de la historia, y lo hará por el camino de la lógica para buscar la riqueza primero y un mutis por el foro honorable en un callejón que, previamente, los tiene todos cerrados.

    Por más que esa salida digna – ¿podía ser de otra manera? – sea la utilización de la traición como un elemento más en el marco real sin que ello suponga discordancia alguna sino la lógica imperante para un argumento que no iba a dar indemnización a nadie.

    Wilder filmó la película con un tono seco y exacto, destilando el veneno del sarcasmo – aquí no introducido como elemento anexo sino surgiendo por si mismo – con un estilo frío y casi documentalista. Voz en off, absoluto sentido del ritmo. En este aspecto quizá sea la obra más armónica de Wilder; pocos años más tarde – y al socaire de I.A.L. Diamond – verdadero perdedor del sentido de la medida. “Perdición” resultó una de las películas más emocionantes del cine americano, porque supo calar con toda intensidad el dolor y la angustia del cine negro a a través no de una historia novelesca y grandilocuente, sino de una narración sencilla y humana. Demasiado humana.

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