Cuántas veces habremos pensado que nos gustaría hacer de todo en un día. Sobre todo cuando éramos más jóvenes, no podíamos decidir del todo en nuestras acciones y no nos tomábamos en serio nuestras responsabilidades.
Pero nunca podíamos. Eso eran sueños que sólo imaginábamos o podíamos ver plasmados a través de las acciones de nuestros héroes televisivos o cinematográficos. Sí, héroes, como Ferris Bueller, que con su astucia consiguió zafarse un día de sus quehaceres, engañar a todos, y pasar unas cuantas horas haciendo lo que le daba la gana.
Ferris (Matthew Broderick), comienza el día fingiendo estar enfermo, para así poder evitar ir a clase. A sus padres los engaña, no así como a su hermana Jeanie (Jennifer Grey), y tampoco al director del colegio, el señor Rooney (Jeffrey Jones). De todas maneras, con la ayuda de su novia Sloane (Mia Sara) y su mejor amigo, Cameron (Alan Ruck), consigue culminar sus peyas y pasar un día que muchos habríamos querido en nuestros años de instituto. En serio, hay de todo en ese día de Ferris, y aunque cualquier cosa nos podría servir para pasarlo bien, lo más seguro es que la mayoría eligiéramos ese bonito Ferrari GT que le quitan a escondidas al padre de Cameron. Es que, en serio, ¿cuántos amigos tenéis que su padre tengan un Ferrari?
Si Juegos de guerra había sido un punto de lanzamiento, Todo en un día supuso el estrellato supremo para Matthew Broderick en los ochenta. Sin duda, su rostro de chaval travieso y simpático, hacía las delicias de las jóvenes que bebían sus vientos y también caía gracioso entre los chicos, que lo veían como un ejemplo ojalá a seguir, aunque impracticable.
Para los que no la hayan visto aún, Todo en un día es otro de esos clásicos de los años ochenta, de ese género de películas concebidas para entretener y divertir sin pausa ni complejos, como casi todas las dirigidas por el finado John Hughes. Y, cómo no, aunque ya supuso un gran éxito en los cines americanos, su posterior distribución doméstica y televisiva la convirtió en un título de culto, genial para todos esos jóvenes y no tan jóvenes que quieren desconectar y reirse sanamente. Algo tiene, porque una película así es fácil que envejezca mal. Pero, en el fondo, de vez en cuando apetece acoplarse a Ferris, porque nunca defrauda.