Un hombre lobo americano en Londres (An American Werewolf in London) es una película dirigida en 1982 por John Landis, y protagonizada por David Naughton y Griffin Dunne.
Actualmente, se ha ganado el estatus de culto por lo característico de su historia, sobre hombres lobo en la época contemporánea inglesa, y por diversos aspectos del tono oscuramente humorístico que desarrolló y que sigue siendo objeto de admiración entre los espectadores actuales.
La película cuenta el viaje de dos jóvenes estudiantes americanos por Europa, y el suceso que les acontece en Inglaterra, al encontrarse con una criatura que les ataca y que, según se descubre, es un hombre lobo. A partir de aquí, que es donde de verdad comienza lo bueno de la película, nos vemos sumergidos en la supervivencia de un joven hombre lobo entre la civilización londinense, con las visiones de su amigo fallecido y la compañía de su enfermera y amante inglesa (Jenny Agutter).
Todo esto, en general, puede parecer un poco paranoia, ya que la mezcla entre realidad y ficción se lleva con mucha suavidad en la película, y no hay realmente un punto clave en el que sintamos un salto, sino que todo parece dado por naturaleza. Es decir, parece que cualquiera de esos hechos o situaciones presentadas se nos pudieran dar a nosotros en cualquier momento, ya fuera en nuestras propias carnes, o en carnes ajenas en la acera de enfrente. Y es que David (Naughton) es el primer sorprendido, casi a la vez que nosotros, en cuanto a todo lo que va sucediendo. Y aunque tenga visiones, que a todos nos parezcan síntomas de locura, con su amigo Jack (Dunne), sus conversiones en licántropo son tan difíciles de comprender para él que también lo son para los que estamos a este lado de la pantalla.
La historia de Un hombre lobo americano en Londres le iba rondando a John Landis desde hacía muchos años, pero no fue tras sus exitosas comedias, especialmente Granujas a todo ritmo, cuando consiguió el presupuesto y el apoyo suficiente para esta producción. Es significativa la inversión sobre todo en cuanto al maquillaje, que, de hecho, terminó derivando en la creación ad hoc del Premio al Mejor Maquillaje en la Academia. Y esta categoría se sigue manteniendo hasta hoy en día. Lo curioso es que este maquillaje, aunque hoy ya no impacte tanto como antaño, sigue ayudando a ese tono de comedia negra, o terror cómico que tanto caracteriza a la película y que tan difícil hizo su clasificación entonces.
Por eso, Un hombre lobo americano en Londres sigue siendo una película muy simpática de ver, muy entretenida, y muy de culto aunque no la estemos siguiendo desde hace años. Es ochentera, sí, y eso incluso ayuda. Era la década en la que las películas se hacían con menos complejos y con más dedicacón hacia el espectador.